Capítulo VII

3.6K 275 22
                                        

- Casos más graves. - rió consigo mismo. - ¿Qué es lo que intuyes?


Resoplé al tiempo que me levantaba del sillón.


- ¿Qué es lo que quiere? - respondí con otra pregunta para no dejarme avasallar por él.


Al fin y al cabo yo también requería de respuestas.


La sensación de desconfianza no se había vaporizado de un segundo a otro, al contrario, mi propio cuerpo se sentía tenso y ligeramente furioso.


- Te diré mi respuesta si luego tú haces lo propio. - acepté convencida de que había ganado en esta ocasión al doctor Cullen, pero que no me acostumbrase - Vine huyendo de una persona que me recuerda mucho a ti. Me resultas un misterio no solo profesionalmente sino a nivel personal. Realmente deseo ayudarte.


Su sinceridad me dejó muda. Le vi mover la cabeza indicando que era mi turno.


Incrédula por lo pronunciado de sus labios, pensé en que en realidad no había motivos para sentir desconfianza o temor, y que aquello que mi subconsciente susurraba en torno a mis oídos eran solo juegos imposibles, fantasías peligrosas e inexistentes.


- Creí que quería algo con mi prima. - murmuré por decir algo.


Si sonó estúpido es porque mi mente era estúpida en sí misma a la hora de buscar excusas o mentir. El doctor empezó a reír musicalmente con ese tono suave, aterciopelado.


- Empezó a hacer preguntitas sobre ella y creí que a lo mejor... Yo qué sé. Déjeme que estoy loca. - bufé cruzándome de brazos, molesta conmigo misma por no saber inventarme bulos más creíbles.


Sentí las mejillas arder e hice un puchero con los labios. El doctor Cullen se levantó rápidamente, situándose a escasos centímetros de mí.


- Tú... - habló con voz contenida.


Me eché hacia atrás ante la proximidad de su rostro. En sus ojos se situó el ansia por algo de mí, no sabía ni imaginaba el qué, pero un aviso por parte de mis dedos temblorosos me confirmó que desde luego mi cuerpo no confiaba en él.


- Perdóname. - dijo dándose la vuelta.


Lo siguiente que recuerdo fue que me despidió a toda prisa y sugirió a mi padre en tono impasible que le llamase dentro de unos días para otra sesión.


Reconozco que no sabía muy bien cómo sentirme después de las raras maneras de doctor Cullen en nuestro segundo encuentro, pero mamá me hizo olvidarme de aquello alabándolo casi a todas horas. Ante mis escuetas explicaciones, que era obvio que a mi familia les sabía a poco, me avisaron que tal vez fui yo demasiado malpensada y el doctor simplemente quería mostrarse cercano conmigo. Dejé de pensar en aquello o posiblemente mi cabeza estallase.


Los días transcurrían entre la playa, el ocio en la tele, ciertas excursiones a museos y un día que fuimos al teatro.

OCASODonde viven las historias. Descúbrelo ahora