Puedo hacer cosas buenas por los demás. Al menos por Edward podía hacerlas con la suficiente seguridad de que funcionarían para mejorar su humor últimamente sombrío.
Alice había viajado este fin de semana a ver a Jasper en Alaska, mientras tanto Edward como yo nos mantuvimos en casa. Pero él parecía algo incómodo, porque pasaba largos ratos en silencio y pensando.Prendí el ordenador portátil que me habían comprado a razón de que Alice me recordó que yo sabía usar uno. No me atreví a entrar en mis redes sociales, por lo que únicamente miré algunos vídeos sobre cosas graciosas. Edward pasó a mi habitación y se echó a mi lado en la cama tras unas horas en las que estuve solitaria. Le miré sorprendida y seguí a lo mío.
- ¿Me quieres? - preguntó de pronto.
La cuestión me sobresaltó en varios sentidos, dado que no era la primera persona que me lo preguntaba con ese tono acusador y nefasto. Mi madre lo hizo cuando yo era apenas una niñita pequeña que no sabía cómo abrazar, así como papá cada vez que volvía de su trabajo y me alzaba en brazos. Incluso mi prima me lo cuestionaba con regulidad cuando era una infante.
- ¿Por qué lo preguntas?
- Contesta.
- Creo que es extraño que preguntes algo que es tan obvio.
- No lo es, porque tú siempre andas silenciosa.
Si yo era la única que hablaba desde que él se puso de morros y me ignoró peor que a la basura, como si hubiese cometido un error y ni siquiera mereciese su atención.
- El que no habla eres tú.
- Lo digo porque no puedo leer tu mente. - apuntó.
- Vale.
Edward me tomó del brazo y me obligó a mirarle.
- No has respondido a mi pregunta.
- Sí te quiero. - dije rondando los ojos.
- Lo dices de forma tan despreocupada que incluso parece falso.
- No entiendo qué tipo de cosas están ahora mismo en tu cabeza, pero me vas a volver loca sino refrenas ese tono molesto. ¿Crees que no te quiero? Eso es tan absurdo que haré como si nunca lo hubieses dicho.
- Dime que me quieres.
Le miré confundida y angustiada. Edward estaba muy raro.
- Te quiero.
- No es suficiente. - dijo para sí.
Su cara perfectamente cincelada de facciones perfectas, así como sus ojos dorados se apartaron súbitamente de mi rostro con vergüenza.
Le sujeté la barbilla con fustración.
- Te voy a matar, pesado. Deja el drama.
- No entiendes nada.
- Es verdad, -dije despacio- no entiendo nada. Te comportas como un niño pequeño y tienes ciento diez años. Ay, Cullen.
Edward se levantó de un humor de perros y su cara me mostró que había ido muy lejos con la broma.
-Resultas tan insoportable en ocasiones, Vlad. Logras sacarme de quicio con solo una frase mordaz de tus labios.
- Amm, está bien. Perdón. - me disculpé sin ganas y volviendo a mi ordenador.
- Siempre voy a ser el segundo.
- ¿El segundo en qué? - casi chillé por lo raro que estaba Cullen.
- Para ti. No me quieres de verdad, tu corazón se emociona más estando frente a ese ordenador con la posibilidad de ver una foto de tu prima que cuando soy yo quien te abraza. ¿Sabes lo frustrante que es eso para mí? ¿Lo humillante que es?

ESTÁS LEYENDO
OCASO
FanfictionAlexandra es una Vlad, lo que significa poseer un corazón fuerte y un carácter particular, casi extravagante. Sin embargo, una enfermedad mental ha azotado a su familia paterna durante siglos, y parece haberse manifestado con mayor fuerza en ella. D...