Capítulo XIV

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- ¿Diga?


- Alexandra.


Reconocí al otro lado de la línea a Edward, a quien ayer le di mi número de móvil para que no tuviese problema en localizarme, así como otros datos personales en pos del mismo objetivo.


- Sí, soy yo.


Bostecé pesadamente y me incorporé en la cama, frotándome los ojos. Vi la hora; apenas las siete de la mañana.


- Me preguntaba si podría pasar por ti, para pasear un poco juntos y despedirnos.


Se supone que la despedida fue ayer viernes, de hecho, habíamos hablado con mis padres y entre nosotros, diciendo que podríamos alguna vez reecontrarnos ya en Estados Unidos, tal vez en vacaciones de Navidad o alguna fecha señalada, además de abrazarnos y desearnos lo mejor hasta ese reencuentro.


- Claro. - escuché que suspiraba de tranquilidad - Me agrada la idea. Pero será mejor que sea por la tarde, porque tengo que arreglar mis cosas para viajar.


- Está bien. Pasaré por ti a las seis, - hizo una pausa, pensando - ¿podría robarte durante al menos cinco horas? Sé que tienes que medicarte...


- Oh, bueno, ayer estuve bien y creo que hoy puedo estar bien también, - reí- no te preocupes.


- Gracias.


- No hay de qué.


- No, Alexandra. De verdad te agradezco que me trates como lo haces.


- Somos amigos, ¿recuerdas?


- Amigos. - rió - Eso es muy agradable de escuchar. Te dejaré dormir, siento mucho haberte despertado.


Había descansado maravillosamente, largo y tendido, sin dolores ni quemazones, la noche anterior, después de la extensa charla con Edward, mi cabeza había sido más que saciada en cuanto a esa curiosidad irrefenable por saber de él.


Todavía recuerdo cómo me contó sobre sus padres adoptivos, Carlisle y Esme, quienes vivían en un pequeño pueblo en Washington. Casi había podido ver el rostro en forma de corazón de Esme, tal como disfrutar de su dulce voz y la sonrisa embelesadora de sus labios, con Edward a mi lado, quien describía su forma de comportarse con cualquiera, siendo respetuosa, amable y dedicada. Ahora podía asegurar también que la nobleza de Edward fue obra de Carlisle, que sus formas y maneras educadas se debían a la excelentísima y exquisita educación que recibió por él, así fue Edward me contagió ese grado de admiración hacia su progenitor. ¿Cómo no desear conocer a una persona como Carlisle?


- No pasa nada. Nos vemos más tarde.


- Aguardaré con ansia ese momento. - dijo.


Me levanté para ducharme, dado que ya apenas tenía sueño. Ayer dormí tarde, pero el sueño fue realmente reparador. Una vez salí de la ducha y estuve cambiada, me puse a doblar mi ropa, de manera que solo me quedase meterla en la maleta cuando papá me la subiese.

Las maletas quedaban listas, yo estaba cambiada y ya había comido hace mucho tiempo, así que me limitaba a ayudar a mi madre a limpiar bien la cocina y pasar el aspirador en las habitaciones. Papá limpiaba cuidadosamente con un paño cualquier tipo de polvo, así como luego se encargaría de los baños.


- Ya terminé, mami.


Mamá estaba fregando el pasillo, así que me sonrió. Me dije que era el momento adecuado.


- He acabado con mi habitación, así como pasado la aspiradora por la que se quedó Noelia. También por los pasillos de arriba, así que me preguntaba si podría salir un rato

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