Capítulo XIII

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A consecuencia de mi propia idea, la de invitar al doctor Cullen a comer, ahora me encontraba en un probador con más de una veintena de prendas, mientras mamá me apuraba desde fuera. Un escalofrío me recorrió al ver los numerosos vestidos que me había escogido, entre ellos algunos demasiado cortos para mi gusto. No era por mí, yo únicamente me sentía incómoda ante la ropa provocativa, pero a mi padre podría darle un infarto o incluso podría ponerse de mal humor y maldecir la hora en que aceptó mi propuesta conciliadora.


Edward, debía dejar de llamarlo doctor porque ahora nuestra relación estaba a otro nivel, punto para mí, y éramos amigos, no médico-paciente.


- Pónte el turquesa.


Quedaría peculiar con mi ojos, pensé, pero terminé haciéndole caso a lo dicho por mi progenitora, quien ya había encontrado su propio vestido. A decir verdad, no comprendía el rollo de tener que ir tan elegante, pero mamá era un poco pesada en ocasiones. Era en la casa del doc-, Edward, y a petición suya, no sería una comida, sino una cena.


Dijo que estaríamos en el patio empredrado ya que la vista de lago artificial de fuera era maravillosa a la luz de la luna. A mi me agradó la idea en extremo, pero no pensé en que mi madre fuese a comprarme ropa por una simple cena. Si no hubiese manchado el vestido morado con sangre la última vez, me habría negado a gastar dinero nuevamente. Decidí no mirar el precio de estos.


Mamá no era derrochadora, bueno, cuando se trataba de comprar sí. Pero mi padre era incapaz de pararle los pies nunca, la miraba y se veía inútil en cuanto a no cumplirle cualquier capricho que se le antojase.


El dinero en mi familia no era un problema, papá tenía su trabajo bien remunerado y aparte había recibido una buena herencia de los abuelos, así como la casa principal de los Vlad en Idaho, además Noe heredó la parte de su padre y la residencia de ellos en Texas, pero no me agradaba que mamá se exaltase tanto, porque papá le cumplía los deseos cuando estaba, y era yo quien quedaba a su cargo el resto del tiempo y debía vigilarla para que se controlase un poco.


- Este me gusta. - dije saliendo.


Era un buen vestido, aunque a ella no le gustó por la cara que me colocó al verme. Rodé los ojos y me di una vuelta. Era bonito, colorido y práctico.


- Y de niña.


-El que tenga flores no quiere decir que sea infantil. Además, ¡yo soy una niña aún!


Mamá entró al probador conmigo la siguiente vez, con la mujer que nos ayudaba mirándola con algo de miedo porque aquella expresión que puso ante mis efusivas palabras parecía querer degollarme.


- Alexandra Vlad, ¡no vuelvas a gritarme!


Ella me estaba chillando, así que no predicaba precisamente con el mejor ejemplo, mas decidí cerrar mi pico dorado porque, soy una buena niña.


Lo que no entendía era el porqué tanto nerviosismo cuando hace dos días me dijo que no confiaba en Edward, e incluso lo creyó un... No merece la pena recordar ese episodio. Pero digo, ahora parece volver a tenerlo en un altar.


- ¡Este!


Tomé la prenda y tragué grueso, viendo la fina tela en tono azul Klein, un color intenso que refulgía vida propia y me deslumbraba con solo mirarlo. Me recordó al color de ojos de Noelia y mi padre, no tan suave y claro como el de mamá y yo, sino un tono lleno de fuerza, de electricidad.


- Me agrada el color. - dije tomándolo.


El vestido era de tirantes gruesos, fino y con un poco de vuelo, corto hasta decir imposible pero en sí elegante a su vez.

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