Convivir con la hermana de Edward resultó complicado. Ella en sí poseía un carácter juguetón con tendencia a la utilización de muñecos humanos, así que sus peculiares intentos por jugar conmigo resultaron un desastre digno de admirar.
Me quiso cortar el pelo como ella, trató de vestirme bajo su criterio e incluso propuso decorar la casa a su gusto. Edward le dejó hacer en la mayoría, incluso ayudó en la colocación de los nuevos muebles, pero se negó en rotundo a que yo aceptase los experimentos de Alice con mi físico. No porque el talento natural de Alice para el realzamiento de la belleza horrible, sino porque para él era evidente que yo la dejaría hacer sin oponer resistencia aun cuando no me convenciese el cambio, y eso no era correcto.
Sí dejé que Alice me cortase un poco las puntas del pelo, aunque era cierto que había visitado la peluquería hacía menos de dos semabas, a ella parecía hacerle ilusión cortármelo, así decidí complacerla.
- Es pelo es una parte fundamental para una mujer. El tuyo está bien cuidado, pero debemos procurar a partir de ahora protegerlo más, -ella hablaba consigo misma y yo me limitaba a permanecer con una pequeña sonrisilla- porque el sol no le hace bien a tu color, ¿a que no? - bien, ahora hablaba con mi pelo- Sufres con los rayos del sol, que consiguen aclararte cada vez más. Qué mal. Qué mal.
Alice había dejado de envejecer con diecisiete años o tal vez dieciocho, pero su aspecto infantil y corta estatura la podían hacer ver tan joven como yo. Era una niña en muchos sentidos. Y sus distracciones más que extrañas. Me permití dejarla jugar conmigo en este sentido, escuchando en el salón el sonido de la nueva mesilla de cristal siendo acomodada por el mismo Edward. Alice había comprado numeroso mobiliario nuevo para la casa, decorándola en muchas partes de muebles en tonos burdeos, logrando darle un toque alegre al pálido blanco de las paredes.
- ¡Ya está! Qué divina has quedado.
En mi humilde y sincera opinión, creo que solo fue un poco de pelo, pero Alice saltaba en su lugar con las tijeras en la mano.
- Podría comprarte lazos y colocártelos en la cabeza, ¡lazos a juego con los vestidos que tienes! También deberíamos ampliar tu armario, porque quiero comprarte ropa nueva y...
Mi armario era bastante grande ya, mas me encogí de hombros sabiendo que convencer a Alice Cullen sobre desistir después de ocurrírsele una idea era ciertamente un imposible.
Edward me vio con una sonrisa de disculpa en cuanto las dos salimos del cuarto de baño. Alice procedió a limpiarlo a la vez que yo observaba la mesilla.
- Lo mejor será que la cambiemos nuevamente, - comentó Edward - el vidrio no me convence.
Rodé los ojos y vi cómo Alice se volatilizaba en medio del salón con el ceño fruncudo y los brazos en jarras, una pose claramente molesta. Temí que Edward perdiese un brazo o algo.
- Se trata de un diseño único, no podemos quitarla. Es más, todo el salón gjra alrededor de esta mesilla. Es absolutamente perfecta, compensada y lujosa. Me volví loca al encontrarla, ¡nunca vi una mesilla tan bien hecha en este siglo!
Edward suspiró en respuesta a los gritos de su hermana.
- Es peligrosa.
- Es cristal, habría que ser muy pato-
Alice se calló y me vio con disculpa.
- Soy humana, no patosa, - afirmé algo picada- así que Cullen, abandona el drama.
El cobrizo se quedó callado, pero luego rió ligeramente.
- ¿Vamos a la playa? - propuse por cambiar de tema.
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OCASO
FanfictionAlexandra es una Vlad, lo que significa poseer un corazón fuerte y un carácter particular, casi extravagante. Sin embargo, una enfermedad mental ha azotado a su familia paterna durante siglos, y parece haberse manifestado con mayor fuerza en ella. D...