Capítulo VIII

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-Tienes ojeras. - observó el doctor Cullen tocando mi barbilla y moviendo mi rostro hacia él.


Suspiré ante el contacto y me pregunté a mí misma cómo es que habíamos llegado a tal grado de confianza. Sonreí. El frío de sus manos me hacía sentir algo extraña, como si necesitase aquel frío tanto como el que únicamente mi prima me había proporcionado hasta ahora.


Las manos de Noelia sobre mis brazos, sus tiernos besos en mi cabeza posiblemente fuesen lo que más que gustase en este mundo. Sus ojos sobre mí, aquella forma que tenía de mirarme, mezcla entre adoración y necesidad me provocaba una sensación de bienestar y protección que nunca había experimentado con nadie más.


Sin embargo, las dos últimas semanas junto al doctor Cullen, con sesiones diarias cada tarde, de casi dos horas cada una, habían servido para comprobar por mí misma que su contacto me recordaba muchísimo al de mi adorada prima, que sus maneras eran algo similares. Los dos se mostraba educados con los demás, pero guardaban distancias y maneras, mientras en privado se relajaban en torno a mí y osaban tocar mi piel. Noelia tenía acceso a toda mí, pero el doctor Cullen se limitaba a tocarme el rostro.


En un principio fue algo sorprendente, pero luego me dejé hacer e incluso me aproximaba al doctor en busca de sus manos heladas sobre mi cara, pues esas caricias se sentían definitivamente bien.


Tocó mis mejillas y dibujó mi nariz, al mismo tiempo yo solo alcancé a cerrar los ojos. De pronto, abandonó aquella muestra de afecto y me pidió que me sentase.


- ¿Ocurre algo en las noches que deba saber?


Sonreí inmediatamente.


- Duermo mejor. - vi cómo se sentaba en el sofá individual enfrente de mí. La sonrisa presuntuosa de su rostro me dejó algo desconcertada. - Aunque no es lo mismo que con mi prima.


Aquella sonrisa perfecta de su cara quedó congelada.


- Explícate. - ordenó prontamente serio.


Le miré a los ojos y luego me acomodé en el sofá, sintiendo que con aquellos topacio seguía cada uno de mis movimientos. Algo que había observado en sus maneras era que le gustaba intimidar con esa mirada, sobre todo a mí.


- Cuando las dos éramos pequeñas, Noe solía dormir conmigo, me abrazaba durante las noches. Sentir su piel fría, sus manos en torno a mis brazos me consigue tranquilizar y sentir amada.


- La relación que mantienes con tu prima es algo que me cuesta comprender. - dijo el doctor frunciendo ligeramente el ceño.


Asentí despacio.


- Noelia es muy fuerte, muy intensa, sus formas pueden parecer frías y desconsideradas en un primer momento, pero ella vive todo lo relacionado conmigo con un grado de intensidad extremo que considero ha procurado inútilmente ocultarme. Le afecta demasiado mi enfermedad, sé que le duele verme mal, pero evita decir nada para no hacerme daño. Ella quiere ser fuerte por las dos. Por eso es vital para mí. Su presencia a mi alrededor me da confianza, el amor que ella me tiene me da fuerzas, así como su silencio paz.

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