Era jueves. Un jueves soleado y apetecible para salir temprano a pasear un poco.
Mi madre estaba en el salón, hablando con la aerolínea, en busca de preguntar cuánto costaba llevar maletas de más y si existía algún tipo de descuento, dado que nosotros habíamos comprado demasiados regalos, así que en nuestras propias maletas no entraba apenas la mitad de lo adquirido a causa de la manía de mi madre de llevar regalos para todos sus conocidos.
- Mamá, salgo un rato. Vengo para comer.
Mi padre, que estaba en la cocina atiborrándose de yogur, salió para cruzarse en mi camino.
- ¿Quieres a correr? - propuso interceptándome en medio del pasillo que conducía a la puerta principal,
Un escalofrío recorrió mi espalda al ver la expresión frenética de emoción de mi padre. La idea de ir a practicar ejercicio con mi progenitor me dejaba sin aliento de solo pensarlo. Yo no era Noelia, quien aguantaba kilómetros de trote veloz sin apenas jadear. Ella adoraba el deporte casi tanto como mi padre, en el instituto era la estrella del equipo de atletismo y consiguió más de una medalla por su afición, en cambio yo no es que fuese mala, pero me cansaba muy rápido. Mamá de pequeña quiso apuntarme a alguna actividad física como hobbie, decía que poseía un rostro precioso y que seguramente deseaba que yo resultase tan brillante como Noelia o mi padre en cuanto a los deportes, pero no. El deporte me costaba mucho, en clase de gimnasia me agotaba con diez minutos corriendo a una velocidad media-lenta, así que era más bien de las que prefieren quedarse en casa.
En cambio Noe no podía aguantar un día sin salir a correr un poco, incluso aquí, en Río, ella y papá se levantaban temprano a correr a juntos.
Y ahora que ella no estaba, mi padre buscaba una nueva compañera.
- Bueno, yo pensaba en un paseo más bien tranquilo...
- ¡Cálzate las zapatillas!
Se le veía tan ilusionado que tuve que reprimir mi negativa e incensante deseo de una mañana tranquila, buscando el sosiego a razón de los exaltada que estuve por mis absurdas ideas sobre que el doctor Cullen eran un vampiro, por lo finalmente me di la vuelta para cambiarme de vestuario y otorgarme unos momentos con mi padre, tal incluso tratar de pasarlo bien.
Me coloqué un short deportivo, así como una camiseta de azul clarita holgada y salí con las zapatillas blancas que me trajo mi madre "por si las moscas". Ella siempre tan inteligente y previsora.
- Si me atropella un coche, le dejo mis cosas y habitación a Noe. Te quiero, mami. - dije.
Mamá me miró confundida. Luego vio mi atuendo de arriba a abajo y a mi padre haciendo un calentamiento en el pasillo.
Se había calzado el atuendo a una velocidad imposible, me dije al verlo.
- Tened cuidado. - avisó dándome un beso en la mejilla. - Ryan, ve despacio que nuestra bebé no es tan rápida como Noelia y tampoco aguanta mucho. Alexandra, trata de... Trata de respirar y corre a tu ritmo. Si tienes que detener a tu padre, le paras y le indicas que no te encuentras bien.
Y yo que creí que me ayudaría a librarme.
Papá, en el patio, empezó a hacer unos saltos raros para calentar los músculos.
- Venga, Alex. Con ganas.
Yo movía mis articulaciones despacito, desde los tobillos, las rodillas, la cadera (juro haber escuchado un crash en esa zona, como cuando a los ancianos se les rompe), los hombros e incluso el cuello. Por la casita pasaron un grupo de niños, que nos miraron como si fuésemos extraterrestres. ¡Es que la gente normal no hace deporte por afición!
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OCASO
FanficAlexandra es una Vlad, lo que significa poseer un corazón fuerte y un carácter particular, casi extravagante. Sin embargo, una enfermedad mental ha azotado a su familia paterna durante siglos, y parece haberse manifestado con mayor fuerza en ella. D...