El vestido

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   Todo estuvo muy oscuro. Me desperté en caunto recibí lo que vino a ser agua en toda la cara. Pestañeé recobrando el sentido. Unos ojos caramelo se posaron en mí mostrando un atisbo de preocupación.

—¿Qué-qué ha...?

—Te has desmayado.

Junto a Logan estaban Rachel y Vincent intranquilos.

—Un momento...

Recordé que había visto el tatuaje de mi marido y que  nada más verlo me había desmayado.

—Gil, ¿estas bien? —preguntó Rachel.

—Creo que sí —miré fijamente a Logan al tanto de que sabía de sobra en lo que estaba pensando.

—En ese caso, si quieres irte lo entenderemos.

—No —repuse— me quedaré, aún no queda la prueba de las damas de honor, ¿no?

Rachel asintió más animada de que decidiera quedarme.

Vincent se dirigió a la habitación de los chicos y Logan no tardó en seguirle, pero antes se paró un segundo para mirarme y luego nos abandonó.

Oficialmente, no volveríamos a beber juntos, nunca pero nunca. Ambos la habíamos cagado de una forma... Nos habíamos tatuado en un local de tatuajes a saber donde dado que yo era menor y estaba prohibido.

La organizadora de bodas nos guió hasta una sala cubierta de espejos y probadores. Todo estaba especialmente pensando para que los detalles de la boda fueran perfectos. Trajeron varios modelos de vestidos y la víbora de Denisse nos obligó a que nos probáramos el único vestido que según ella "le quedaba de cine". Era un maldito vestido verde, ¡verde! ¿Que clase de dama de honor viste de verde?

—Creo que deberíamos seguir buscando otros vestidos —sugerí al ver como me espantaba aquel vestido—. Dicen que el verde da mala suerte.

—La mala suerte la das tú.

Ya estaba atacando la víbora. No quería más peleas por hoy así que la ignoré.

—No sé chicas, no me convence —dijo Sarah viendo que el vestido apenas se le cerraba.

—Tal vez si bajaras un par de quilos te cabría.

Denisse optó por cebarse de una manera que se merecía la mayor ostia de la Tierra.

—¿Te quieres callar? No sé si te has dado cuenta que no somos una barbie que se alimenta a base de zanahorias. Y no nos gusta este vestido por que tiene el color de la hierba que comes.

Sarah me dijo por lo bajo un "gracias". Y yo la guiñé un ojo. No iba a permitir que la víbora nos arruinará cada momento.

Alguien tocó a la puerta, pensé que sería Rachel cuando los ojos de Denisse se iluminaron.

—¿Interrumpo algo?

—¡Lon! —exclamó la víbora— Por supuesto que no, estábamos probándonos los vestidos.

Logan la sonrió con suficiencia y luego me miró a mí.

—Tenemos que irnos.

—¿Qué? ¿Por qué?

  Estaba más que claro que Logan no quería dar explicaciones.

—Nos vamos.

Se acercó a mí y sin el mínimo esfuerzo me atrapó entre sus brazos y se me colgó al hombro.

—Oh no, otra vez no. ¡Deja que me cambie!

—Lo siento, tenemos prisa.

Golpeé su espalda viendo como perdía de vista a Sarah y la víbora.

—¿A dónde vamos?

—A trabajar, no sé si te acuerdas que tenemos que cumplir unas horas en los servicios comunitarios.

¡Oh mierda! Lo había olvidado.

Logan condujo todo el trayecto hasta que se detuvo frente al Hospital Stn. Baile.

—Pensé que íbamos recoger basura.

—No voy a volver a arriesgarme para que te droguen, me dejaron decidir entre recoger basura o cuidar a los niños del hospital.

¿Cuidar niños del hospital? Aquello parecía una tarea para alguien humilde dispuesto a compartir su amor con los menos favorecidos, no para una persona como Logan.

Salimos del coche y tras seguir las indicaciones de la mujer de color a cargo de la recepción de hospital llegamos a una habitación llena de niños. El corazón se me encogió al ver aquellos renacuajos que poseían graves enfermedades, algunas incurables.

Era una habitación llena de estanterías con libros, juguetes esparcidos por el suelo, una mesa a nivel tan bajo que casi tocaba el suelo dónde los niños pintarrajeaban con rotuladores de colores. Una piscina de bolas se encontraba en una esquina donde chapoteaban varios niños con bata de hospital.
Duante los siguientes minutos nos encargamos de cuidarles. No parecían tan maleducados como pensaba. Lo que más me sorprendió fue ver a Logan tan tierno con ellos. Algunos se le colgaban del hombro o de la pierna impidiendo que se moviera, fue una imagen tan sumamente adorable. Hasta jugaron a maquillar a Logan con aquel maquillaje de mentira para niños. Yo me reía cada dos por tres. Al parecer mi maridito no era tan malo como yo pensaba. Quise que aquel momento no se acabará nunca.

—¿Giselle es tu novia? —le preguntó Tom, un niño de ojos azules que tenía graves quemaduras en las rodillas.

Logan rió diciendo:

—Ya le gustaría a ella.

Le di un codazo y respondió con un "Auu". Aprovechó para volver a cogerme en sus fuertes brazos y todos los presentes soltaron una carcajada. No lo vi venir cuando me lanzó a la piscina de bolas y me hundí. Aquel espantoso vestido recibió los golpes de las bolas de colores. Logan se zambulló para lanzarme bolas y provocar que me mosqueara.

—¡Eres peor que un niño!

Le lancé una bola roja y fui a coger la siguiente cuando vi que me faltaba algo en la mano.

—¡Mi anillo!

—¿Qué pasa?

—Ayúdame a encontrarlo —le pedí histérica a Logan— si algún niño lo encuentra...

Rebuscamos por la piscina de bolas hasta que ambos oímos un "crak". Giramos el rostro para ver a Tom con algo en la boca.

 


Yo Os Declaro EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora