Yo Os Declaro Enemigos

Compromiso

—¡Yo te mato! —me lancé contra él con la intención de estrangularlo hasta que se quedara sin aire.

  —¡Giselle! ¡Relajat... !

  Consiguió aferrar las muñecas que apretaban su garganta.

  —Ahhg... ¿Piensas casarte con el novio cadáver o qué?

  Plash, tortazo en toda la cara.

   —Oh, vamos.

Tortazo hacia la derecha.

  —Tienes que...

Tortazo hacia la izquierda.

  —Perdonarme...

Doble tortazo.

  —Tú me hiciste sufrir besando a...

  Último tortazo.

   —Cuando besaste a Oliver creí que se me derrumbaba la tierra a mis pies —confesó frotándose el rostro enrojecido.

  —¡No es escusa! Tú sufristes solo un par de segundos, yo llevo sufriendo toda la puta semana pensando que ya no me querías.

   Sus ojos caramelo coincidieron con los míos de los cuales se escapaban lágrimas escurriéndose por mis mejillas.

  —Sólo quería sorprenderte. Yo jamás voy a dejar de quererte, Giselle. Nunca —sus palabras parecían sinceras.

   —Te odio —declaré hundiendome en su pecho.

  Agarré las solapas del esmoquin blanco de Logan y susurré:

  —Estás guapo.

  —Estoy nervioso, que es distinto.

  —¿Así que nos vamos a casar por segunda vez?

  —Sólo si tu quieres.

  —¡Pero si mañana nos divorciamos! —protesté intentando ver lo absurda que era la situación.

—Mayor razón para casarnos ahora.

   Maldito, tenía que tener razón.

   —¿Y mi vestido?

  —Tras esa puerta —señaló la habitación continua.

  —No sé si sabes que ver a la novia antes de la boda da mala suerte.

   Mientras me acariciaba el pelo añadió:

   —Por favor, Gissie. Nada puede superarte en mala suerte.

  —Ahora te odio más.

  —Shh —me mando callar— Lo sé, mi vida, lo sé.

  —Vas a tener que ganarte mi amor de nuevo, Mr. Weels.

  —Umm, muy cierto, muy cierto —se metió la mano en el bolsillo de su esmoquin—. Cierra los ojos.
 
      —¿Cómo voy a confiar en ti?

Puso los ojos en blanco ante mi testarudez.

  —Tú ciérralos.

  Lo hice, cerré los ojos a la espera de una señal. Un tacto frío y suave traspasó mi dedo.

   —Ahora ábrelos.

   Al obedecerle vi en mi mano derecha un anillo de compromiso con piedrecitas turquesa.

   Solté un grito ahogado de pura impresión.

  —Es... Increíble... Gracias.

  —Ya era hora de que tuvieras un anillo como Dios manda —me dijo dándome un beso en mi mano de prometida.

  Oímos ruidos procedentes de fuera. Yo quería saber dónde demonios me había traído Logan.

   La puerta se abrió de golpe y entró por ella Rachel murmurando algo por lo bajo.

   —Veo que ya la has traído.

  —¡¿Tú también lo sabías?! —quise saber malhumorada. Al parecer todo el mundo estaba al tanto de la gigantesca sorpresa de Logan.

   —Lo siento —apretó los dientes—. Logan, tienes que irte, tengo que preparar a la novia.

  Dios.. Mío... Que me iba a casar... ¿Qué hago? ¿Me desmayó de puro nerviosismo? ¿Grito para desahogar mi estrés? ¿Me fugo? Sólo el destino sabe que me puede pasar.