Bello durmiente

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   Repasemos la situación. Acabo de lanzarle un dardo a Logan, aparte de haberle atropellado. ¡Soy la mejor mujer de la Tierra!

Conseguí disparar al animal y este se quedó grogui encima de Logan, los dos durmiendo. Esos dardos si que hacían efecto.

  Cojamos  aire y tranquilicémonos. Giselle, tú puedes. Fui a la cocina y encontré unos guantes de plástico. Me los puse y fui hasta el sofá. Cogí al gato entre mis manos y con sumo cuidado abrí el ventanal del salón. ¿Y ahora que hago con el gato diabólico? Mis ojos se desviaron hacia el jardín de los vecinos. No sé en que estaba pensando pero lancé al gato por lo aires y este cayó en la casa vecina. Ale, ya esta, ahora solo me queda Logan.

Entré de nuevo en en salón y me quité los guantes para tirarlos a la basura. Cualquiera pensaría que acababa de cometer un asesinato.

   Lavé un paño con agua del fregadero y me acerqué a mi maridito. Tenía una pinta horrible. La cara arañada y el pelo revuelto pero a pesar de su aspecto era adorable verle dormir. Puse música y con el paño empecé a limpiarle las heridas del rostro. Joder, todo por mi maldita culpa. No sabía como reaccionaría cuando despertara.

  Me aburría y mucho. Según el pack donde había encontrado los dardos su efecto duraba cuatro  horas, quizás más. ¿Y ahora qué hago yo? Rachel y Vincent de luna de miel así que llamé a Sarah. Esta se presentó en casa de Logan en tan solo media hora. Alucinó con lo grande que era la mansión.

  —¿Y por qué cuidas de Logan? —me preguntó.

  —Por qué soy yo la que le tiene en esta situación —confesé arrepentida.

   —¿Enserio le has lanzado un dardo? —rió ella tomando asiento en un sillón enfrente de los dos. Yo seguía al lado de mi maridito acariciándole sin saber por qué.

   —Así es, un dardo, soy una mala esposa.

  —No seas boba, Denisse se va a morir de envidia cuando sepa  lo unida que estas a Logan.

—Es mi novio, lo sé, es una locura —decir aquello me supo raro, no lo decía desde que estaba saliendo con Oliver.

   —Entonces... ¿Tenemos la casa para nosotras solas? —quiso saber.

  —Sus padres vuelven pasado mañana y sí, la casa para los dos hasta que despierte Logan.

   —Umm se me ocurre han idea —sacó su teléfono móvil y tras varios tecleteos dijo—: Ya se que es domingo, pero la vida es joven.

   —¡Oh, no! ¿Te has vuelto loca?

  —Vamos a montar una fiesta, Giselle, una gran fiesta.

  Vale, tenía ganas de fiesta, lo reconozco. La idea era muy muy tentadora así que Sarah acabó por convencerme. Se ofreció a ayudarme a recoger lo que quedara a la mañana siguiente. Sólo teníamos un pequeño problema.

—¡Ya sé como conseguir alcohol!

Sarah miró hacia Logan y yo dije:

  —¡Pero si esta dormido! ¿Cómo nos va a comprar alcohol?

  —Haber hazme caso, necesitamos la cartera de Logan, unas gafas de sol y una silla de ruedas.

  Sarah estaba loca, incluso más mal de la cabeza que yo, y eso ya era mucho. Conseguí todo lo que me pidió antes de lo que creía. Juntas llevamos colgando el cuerpo medio muerto de mi maridito hasta su coche. Le dejamos en los asientos traseros para que continuará roncando. Metimos la silla de ruedas en el maletero y nos subimos al descapotable azul.

  —No sabía que Logan fuera tan rico —dijo ella arrancando el motor y poniendo en marcha el coche.

  Finalmente, llegamos al supermercado más cercano. Aparcamos en la plaza minusválida y sacamos a Logan para ponerle en la silla de ruedas. Daba miedo verle tan moribundo, como si estuviera en coma. Sarah lo colocó como un muñeco y le puso las gafas de sol para que no se notara que estaba dormido.

  —Sarah, ¿estas segura de qué esto va a funcionar?

  —Tú no te preocupes, lo tengo todo controlado.

   Sarah cogió un carrito de la compra y entramos en el súper intentado pasar inapercibidas. Yo conducía la silla de ruedas con Logan y estabamos temblando por si nos descubrían. Nos dirigimos directas al pasillo del alcohol. Toda una estantería con miles de botellas de todos los colores. Sarah sonrió y comenzó a llenar el carrito con todo lo que vio; Vodka blanco, JB, Larios, Ron y agua ardiente. ¡Estaba poseída!

También metimos en  el carrito cosas para picar; patatas, pizzas, aceitunas... Era tan divertido ver lo primero que te llamaba la atención y lanzarlo al carrito.

  —Yo creo que ya estamos servidas —anunció ella mientras me señalaba con la cabeza las cajas registradoras.

   Colocamos todo en la cinta de la caja y mientras la dependienta lo iba pasando todo yo me encargué de hacer que hablaba con Logan, una buena táctica según Sarah. Llegó la hora de pagar y sacamos varios billetes de la cartera de mi maridito, lo que es suyo también es mío. La dependienta estaba dudosa al ver que Logan parecía ser una estatua. Al ver que era una chica de nuestra edad se me ocurrió una gran idea. Le di el DNI mientras le decía:

  —Logan me ha pedido su número de teléfono.

  La chica se ruborizó y enseguida nos dio el ticket de la compra junto a su número de teléfono. ¡Menuda ingenua!

Salimos del súper cargadas de alcohol y meándonos de la risa. Estar casada con un tío tribueno tenía sus ventajas.

Lo cargamos todo en el coche, inclusive a Logan y nos marchamos a la mansión Weels. Tras una hora todo estaba preparado, la piscina encendida y la bebida en una gran mesa del jardín como si fuera barra libre. Sarah tenía muchos contactos y no reparó en llamarlos a todos. En menos de medida hora la noticia había volado por todo Vingstone. Todo el mundo quería ser partícipe de la gran fiesta de Logan Weels. A nadie le importaba que fuera domingo, sólo querían disfrutar de la fiesta.

  —¡No deja de llegar gente! —me dijo Sarah emocionada mientras recibía a un grupo de chicos guapos.

  —¿Qué vamos hacer cuando Logan se despierte? —le pregunté.

  —Seguro que estará encantado, esta fiesta le va ha hacer mil veces más popular.

En cierta parte Sarah tenía razón. Lo que me asustaba a mí era que su preciosa casa resistiera hasta la mañana siguiente.

La música y la bebida me desconectaron de los problemas y me dejé llevar por el ambiente y la música que retumbaba por toda la casa. Me encontré con un par de amigas del instituto y nos pusimos a bailar con un vaso de alcohol en la mano. Donde se había montado la gran fiesta era en jardín. Había gente en la piscina encendida o bailando alrededor bañados en la luz que desprendía el agua.

  —¿Qué cojones esta pasando aquí?

Al reconocer aquella voz volví a la Tierra. La música se paró y me abrí paso hasta ver a Logan en la silla de ruedas, despierto y muy muy enfadado.

  —Logan, yo... te lo puedo explicar —le dije antes de que le diera un ataque.

Algo me decía que no iba a salir viva de esta.

Yo Os Declaro EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora