La ceremonia

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Me puse el vestido de dama de honor y me arreglé por encima el pelo. Logan se fue corriendo a su casa para cambiarse y nos dijo que volvería para ayudarnos, iría a hablar con Vincent para distraerle.

—¿La has buscado bien? —preguntó Sarah llevándose las manos a la cabeza desesperada.

—Sí —contesté segura de que no estaba en la casa.

—Tomemos aire, no podemos decirle nada a Vincent, esta tan paranoico que si ve que su futura esposa ha desaparecido le dará un ataque.

Sarah tenía razón, teníamos que ocuparnos nosotras del asunto.

—Rachel jamás se fugaría, quiere demasiado a Vincent para hacerlo.

  —Debió desaparecer durante la borrachera —dijo Denisse de brazos cruzados.

  —¿Aún tenemos la limusina? —le pregunté a la víbora.

   Esta nerviosa se dejó de morder las uñas y respondió:

  —Era solo hasta las nueve de la mañana, pero si queréis le llamo otra vez para contratarlo más horas. ¿Para qué quieres la limusina?

  —Buscaremos a Rachel por el pueblo y si la encontramos necesitaremos un coche grande para ponerla el vestido y arreglarla de camino a la ceremonia.

    —Es buena idea, Denisse llama a la limusina —le ordenó Sarah aún con el albornoz puesto—. Voy a vestirme, coger todo lo que necesitemos para cambiar a Rachel.

  Cinco minutos después estábamos todas listas esperando a la limusina en la acera de la casa de Rachel. No tardó en llegar y nos subimos apuradas al carruaje. Dimos vueltas y más vueltas por todo el pueblo. El reloj nos iba comiendo tiempo y la situación se volvía de lo más desesperante. Solo quedaba media hora cuando algo llamó mi atención en el parque.

  —¡Para el coche! —grité.

La limusina dio un frenazo y las demás se sujetaron para no darse de bruces con el cristal.

   —¡¿Te has vuelto loca?! —chilló la víbora.

  No había tiempo para discutir así que abrí la puerta  y salí corriendo. Me arremangué el vestido y corrí como pude con los taconazos que me obligaban a llevar. El parque estaba desierto a aquellas horas, solo había un señor paseando a su perro. Se quedó algo desconcertado al verme correr con un vestido tan elegante por el parque.

   Llegué a la fuente que había en un cruce de caminos y vi a Rachel durmiendo en sus aguas.

  —¡Rach! —dije llena de alivio.

  Sarah llegó minutos después y me ayudó a sacarla. Lo único positivo era que ya no haría falta meterla en la ducha. El agua de la fuente estaba helada y el cuerpo de Rachel se había quedado congelado. La metimos en la limusina y no tardó en despertarse.

   —¿Gil? ¿Qué pasa? Quiero irme a casa —murmuró por lo bajo.

   —Tranquila, cuidaremos de ti Rach, hoy es el día de tu boda.

  —¿Hoy me caso? —abrió los ojos de par en par—. ¡Hoy me caso!

    —Manos a la obra, chicas.

Le pusimos el vestido de novia a Rachel, mientras la íbamos peinando y arreglando. Parecía nuestra muñeca barbie a la cual de pequeñas ayudábamos para su boda. Denisse se encargó de maquillarla y dejarla como nueva. La dimos tropecientas pastillas para la resaca y una crema para las ojeras. Se trago no se cuantas natas de redbull y parecía más alterada que nosotras.

Yo Os Declaro EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora