Alianza

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  —Logan me hizo traerte vestido —me dijo Rachel entregándome una percha embolsada.

   —¡Oh, mi vestido!

Tan nerviosa estaba que me había olvidado por completo que poseía de un vestido de novia. Abrí la bolsa para verlo y me quedé a cuadros.

   —¡Es el vestido!

Era el maldito vestido que robé de la tienda donde Rachel se compró el suyo para su boda. Era la cosa más increíble para casarse.

   —Cómo se nota que te quiere —me dijo Rachel como si despertara envidia.

   —M-me voy a casar. ¡Me voy a casar! —comencé a morderme las uñas.

   Menos mal que llegó Sarah y me dio no sé cuantos calmantes para recuperar la compostura. Mientras me arreglaban el vestido, me peinaban y maquillaban, yo miraba hacia la ventana como si fuera una alternativa. ¿Y se me fugo? ¿Y si le digo a Logan que nos dejemos de trivialidades y nos marchemos a Las Vegas para que nos casé Elvis Presley?

   —Gil, mi vida, ¿cómo estás?

  —¡Mamá! —grité a punto de llorar.

  —Mi niña —me dio un beso en la cabeza—. Que se casa mi niña.

  —Bueno, la novia ya está —anunció Sarah ayudándome para que me levantara.

    Rachel me dio el ramo y mi padre se encargó de colocarme el velo. Al verme en el espejo casi se me caen las lágrimas. ¿Esa era yo? ¿Esa era Giselle Holaham? Logan iba a morir, se caería en el altar de un ataque al corazón.

  —Dios, ¿cómo puedes estar tan preciosa? —quiso saber indignada Sarah limpiándose las lágrimas con un pañuelo.

  —Ya es la hora.

Salimos de aquella habitación y me condujeron hacia el jardín de aquella mansión. Era de noche, el sol hacía tiempo que se había ocultado en el horizonte.

     —Shh, no hagáis ruido —nos dijo la voz de Bridgett.

    —¿Es una boda de noche? —pregunté queriendo ver que había al otro lado del jardín. Creí haber visto una luz parpadeante entre los árboles.

  —Veniros todas conmigo menos la novia.

  Se marcharon con Bridgett dejándome sola.

   —¡Buh! —me dijo una voz en el oído sobresaltándome de golpe.

   —¡Papá! Casi matas a la novia del susto.

  Mi padre, vestido de traje, cogió mi hombro diciendo:

   —Siempre me e imaginado cómo sería llevarte al altar.

  Me dio un beso en la sien aportándome seguridad.

   —Ya sabes, cuando ese capullo te haga algo, me llamas y yo te dejo viuda.

   —Papá.... —puse los ojos en blanco aguantando una de sus muchas bromas.

  —Creo que es la hora —puntualizó mirando el reloj de plata de su muñeca—. ¿Estás lista?

  —No, así que te pido que me hagas el favor de arrastrarme al altar para que no salga corriendo.

   Apretó su brazo más al mío manteniéndose presa. Caminamos entre los árboles hasta que fuimos viendo luces. De el dosel de las ramas había farrolillos blancos colgadoa transmitiendo luz. Llegamos a una explanada de césped recién cortado y en la que estaba colocada la ceremonia. Todo recubierto de velas que tilitaban en la oscuridad de la noche. Sillas blancas creando un pasillo hasta el altar dónde me esperaba él. Sus ojos coincidieron con los míos y sentí que las piernas me fallaban. Rezaba por que mi mala suerte no estropeara el mejor momento de mi vida.

   —Vamos hija, tú puedes.

   —Gracias papá.

  Mientras siba caminando pude ver como las personas que quería me observaban sentadas en sus asientos. Yo sonreía como una estúpida hasta que una voz detuvo la marcha nupcial de seco:

  —¡Qué estás embarazada! ¿Cuándo pensabas decírmelo?

Mensaje para mi mejor amiga:   Rachel, más te vale correr por que sino te mato yo por contárselo ahora te mata Vincent.

—¡Shh! ¿Te quieres callar? —susurró por lo bajo ella para evitar el tema—. Tu mejor amigo se va a casar, ya hablaremos luego.

Sacudí la cabeza y volví a centrarme en llegar al altar. Mi padre me soltó para depositarme en los brazos de él. Logan me miraba como si fuera lo más bello de la tierra.

  —Queridos hermanos —dijo la voz del reverendo—. Nos reunimos aquí para unir a esta pareja en santo matrimonio.

   Oh, dios. Hubo un momento en el que dejé de oír al reverendo. Nos pusimos las alianzas doradas y recitamos los votos.

  —Si, quiero —dijo él a la pregunta que le habían hecho.

  —Giselle Holaham Stanick, ¿Quieres a Logan Weels en lo bueno y lo malo hasta que la muerte os separe?

   Vi como sus ojos se iluminaban esperando a mi respuesta.

   ¿Y ahora qué? ¿Digo un sí quiero? ¿Le digo un quiero a medias? ¿Le digo tal vez, quiero?

Ehh, tú, si tú. La tonta que se ha quedado callada. ¿Quieres hablar de una puta vez antes de que el novio perfecto se te escape?

Gracias, voz de mi consciencia.

   —Si, quiero.

Y oí la voz del reverendo:

   —Entonces por el poder que me han encomendado yo os declaro...

  
  No me lloréis ehhh que aquí no termina! ❤

Yo Os Declaro EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora