Bajé las escaleras aún con la sudadera de Logan y unos pantalones rosa chicle con ositos blancos de pijama.—Gigi —me llamó Mollie.
Aquella pequeña trasto que tengo por hermanastra, desde el principio creí que no lograríamos convivir, pues no tengo fuertes lazos con los niños, pero a medida que pasaban las semanas nos acabamos cogiendo cariño y somos como hermanas de sangre.
—Molly enana, ¿Quieres desayunar?
Ella asintió y tiró de mí para conducirme a la cocina. Puse un bol de leche en el microondas y cuando este estuvo listo dejé que Mollie se sirviera los cereales de colores que tanto le gustaban. Yo simplemente me serví una taza de café, pues se me cerraban los ojos.
Me percaté de que se oían ruidos, era raro, pues nuestros padres andaban trabajando.
—¿Lo oyes?
Ella asintió, ya que ambas oímos una risa femenina. Caminé hacia el salón y me fijé en el portátil que había en la mesa. Mi madre debió utilizarlo para hablar con Bridgett por Skype y se habían olvidado de cerrarlo.
—¿Quién era esa? —decía una voz.
Entorné la vista y me quedé muda. El maldito de mi marido estaba con la leona comiéndole la boca. Parecía que aquello iba a más y me pareció de lo más repugnante dado que yo tenía una plano en primera fila.
—Nadie especial, solo una loca que se cree que estamos casados.—respondió Logan.
Será capullo.
—¿Qué estás viendo? —la voz curiosa de Mollie me despertó—. Ag, ¡qué asco! Se están besando.
Cerré de golpe el portátil y contesté:
—Mejor que no sigamos viendo.
Ella pareció conforme y, minutos después , me pidió que le pusiera una película. Le puse una de princesas y me subí a mi habitación para disfrutar de mi sábado. Mañana empezaba las dichosas horas en los servicios comunitarios, y sola no, con él.
Ding, dong. Me desperté palpándome la vista y llena de desoriento. ¿Me había quedado dormida?
Bajé las escaleras casi tropezando y abrí la puerta.
—¿Aún no estas lista?
Oh mierda. Logan estaba enfrente de mí aguantándose las ganas de reír por mi vestimenta de pijama y con su sudadera. Y os seré sincera, tenía el pelo hecho una mierda, todo revuelto y pidiendo a gritos: ¡péiname!
—¿Qué haces aquí?—fruncí la mirada confundida.
Logan estaba con su polo amarillo y terriblemente atractivo, como siempre.
—Nuestras madres acordaron que fuéramos juntos a la servicios comunitarios.
—¡Pero si son mañana!—protesté.
—No, son hoy y llegamos tarde —dijo cortante.
—Espera un segundo a que me cambie.
Fui a cerrar la puerta cuando él la paró.
—Ni de coña, llegamos tarde.
No me dio tiempo a reaccionar por que me cogió de la cintura y me sacó de mi propia casa alzándome a su hombro como si fuera un saco de patatas.
—¿Pero qué cojones haces?
Le golpeé como una posesa y chillando para alertar al vecindario de mi repentino secuestro.

ESTÁS LEYENDO
Yo Os Declaro Enemigos
Comédie• Del odio al amor no hay un paso, sino muchas locuras • Si te despiertas una mañana con un dolor de cabeza espantoso, un pedrusco encajado en el dedo y tu peor enemigo durmiendo a tu lado, entonces preferirías volver a dormirte y, si hace fal...