Tregua

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—Maldio trasto —golpeé la máquina de cafés—. ¡Se ha tragado mi dinero!

      —¿Necesitas ayuda?

   Oh la madre, un enfermero rubio estaba esperando su turno para sacar su café... Cuando entras en un hospital corres el riesgo de que te encuentres modelos con bata blanca.

Me obligué a mi misma a ignorarle, semanas atrás habría coqueteado con aquel enfermero pero yo no veía a otro que no fuera Logan. Mi Logan.

  El café salió por fin y pude marcharme de nuevo a la habitación donde dormía como un angelito Mr.Weels. Al entrar vi que estaba despierto y algo enfuruñado.

   —¡Necesitaba ir al baño! —me excuse—. Y también un buen café.

   Eran las siete de la mañana y los padres de Logan estaban de camino, se habían ido a un spa a no se cuantos kilómetros. Yo seguía con el vestido de dama de honor. Y Vincent y Rachel estaban en su magnífica luna de miel.

    —Además en seguida vendrán a verte unos invitados muy especiales a los que e ido a visitar —le informé sentándome a su lado.

    —No te vuelvas a ir —me pidió de una forma en la que no podía negarme. Cogió mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.

  —Esta bien, pero quiero que me cuentes todo.

   —¿Todo? —parecía sorprendido—. Me obsesioné contigo Giselle, no hay mucho que contar.

   —¿Y a qué vino ser un capullo conmigo? Por qué esa es la parte que no me cuadra.

   Agachó la mirada avergonzado.

   —Descubrí que era la única forma de protegerte.

  —¿De protegerme? —pregunté con el ceño fruncido.

    —Protegerte de mí. No soy una buena persona, Giselle. A estas alturas ya te habrás dado cuenta. Hay cosas de las que me arrepiento y otras que no puedo cambiar como el hecho de que no te me vas de la cabeza. No me siento digno de ti.

   Sentí como los nervios de mi cuerpo temblaban. Logan nunca había sido tan claro conmigo.

    —Pues yo creo que no eres tan malo como te crees, te he conocido y me gusta esta faceta de Logan.

     —¿A sí? —me preguntó incrédulo—. Igual si llegas a conocer la otra faceta de "Logan" no te guste tanto como esta.

   Esta vez me reí a carcajada suelta.

   —Por el amor de dios Mr.Weels, ya he conocido tu lado oscuro. Ya es hora de dejarme entrar en tu vida y mostrarme al Logan de verdad.

   —Ya estas en mi vida, Giselle, estoy casado contigo.

   Me ruboricé a saber por qué pero lo hice.

  —Entonces... ¿Tregua? —al ver que no me entendía decidí ser más concreta—: Si podemos estar así de bien siempre, sin malos rollos, sin insultarnos. Solo si tú quieres, claro.

—¿Me preguntas si quiero? —rió de felicidad—. Llevó esperando este momento desde que te tiré aquella bandeja de comida por encima.

  —Me pase contigo con todo eso que te dije —me disculpé mordiéndome el labio.

  —Sabes, el día que te conocí quería ir a hablarte cuando tropecé y acabé amargándote tu primer día de instituto.

  —Oye, así conseguiste que me fijará en ti —le dije mientras dejaba que jugueteara con las puntas de mi pelo—. Desde ese día te convertiste en mi capullo favorito.

Volvió a reírse y me contagio la risa.

     —Te amodio Giselle Holaham.

     —Giselle Weels —corregí.

   Agaché la cabeza y dejé que mis labios se pegaran a los suyos dulcemente para no hacerle más daño del que ya había causado. Una corriente de felicidad me envolvió al sentir como el ambiente entre los dos era cada vez más fuerte. Cuando me separé noté como se quejaba.

  —Lo siento, me he dejado llevar, seguro que te he hecho daño.

   —No seas estúpida, me quejo por que te has separado.

   Sonreí y volví a besarle con el máximo cuidado. Una vocecilla nos interrumpió:

   —Ahg, ¡qué asco!

Me giré para ver a los niños del hospital en el umbral de la puerta. Tom, el niño se había tragado mi anillo estaba allí junto a  Jake, poco mayor que él y una niña de trencitas rubias llamada Carol.
    
  —Habéis venido, chicos.

  —¿Qué le pasa a Logan? —preguntó Jake acercándose a la camilla.

  —Ha tenido...un accidente —les expliqué.

  —¿Se va a poner bien? —quiso saber con una vocecita adorable Carol.

  —Eso espero, yo me voy a encargar de cuidarle.

  —Yo también quiero cuidarle —se ofreció voluntario Tom.

  Tras una hora con los niños Logan ya estaba reventado, los críos eran incansables. Pero aún así me imaginé a Logan y a mí en un chalet con un montón de hijos a los que aguantar y me reí por dentro.

   —Bueno ya es hora de que volváis al ala de pediatría, chicos.

  Los niños se despidieron dando un beso en la mejilla a Logan y se marcharon dando saltitos.

   —Quiero preguntarte una cosa —me dijo Logan.

   Yo asentí dándole permiso.

   —¿Crees que ahora que todo va bien saldrías con un capullo como yo?

   
        La pregunta esta clara. ¿Qué responderá Giselle?  ¿Si? ¿No? ....¿Vosotras que aspostais
     Subo todos los días menos alguno que no me vea capaz! Quiero alargar esta novela hasta el capítulo número 40, ojalá lo consiga sin que se vuelva pesada

Yo Os Declaro EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora