Esmoquin

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   Me estaba riendo, me estaba riendo por dentro de una forma en la que no podía parar. Logan había sido tan directo que hasta a mí me había sorprendido. En cuanto a Victoria, la pobre barbie estaba apunto de echarse una rabieta de niña mimada.

   —¿Te puedes ir ya? —espetó Logan aparentando la mandíbula.

   Victoria recuperó su orgullo, el cual estaba destrozado en trocitos, y se dio la vuelta con un giró de cabeza.

  —Vaya —dije reprimiendo la risa.

   Logan tan tranquilo continuó con su helado como si nada.

  —Estoy harto de ocultar lo que pienso, de no atreverme a afrontar la realidad. De ser un cobarde.

   Sonreí levemente y siendo consciente de lo importante que era para Logan ser sincero.

   —Gracias, por lo de Victoria —le dije depositando la cucharilla en la mesa.

   —Eh, nadie se mete con mi mujercita —añadió giñándome un ojo.

   Sonreí de nuevo pero esta vez como una estúpida de esas con mariposas por todo el estómago. Malditas mariposas, tenía que confesar que sólo las tenía con Logan. Con Oliver la cosa no fue un cuento de hadas.

    Giré la mirada y vi como Victoria estaba no muy lejos poniéndome a parir junto a su amiga. Logan se había desahogado, ahora me tocaba a mí.

  —¿A dónde vas? —me preguntó al ver que me levantaba de la mesa con la copa de helado en la mano.

   —Es mi turno.

Caminé hasta llegar a dónde estaba la odiosa barbie.

   —¿Y ahora qué quieres?

   No dije nada, dejé que Victoria me provocara lo suficiente para...

   —Sabes, te crees que ahora eres la chica de Logan pero tarde o temprano se cansará de ti. Te quedarás sola, aunque ya estas acostumbrada a estarlo.

Bla, bla, bla, el mismo cuento de siempre.

   —Umm Victoria, ¿sabes lo que son las calorías? —contrataaqué preguntándole algo obvio. Una barbie como ella no habría probado una caloría en toda su jodida vida.

   —Por supuesto que lo sé, tú eres el claro ejemplo de consumir calorías.

   —Me imagino que nunca habrás probado una caloría... —me miré las uñas impasible a sus comentarios cansinos.

   —No quiero volverme una gorda como...

   Mi mano se hundió en el helado cogiendo la bola y estampándosela en la cara.

  —Uy, se me ha escapado. No quería más helado y como verás... Si tengo que tirarlo a la basura será mejor que lo haga ahora que la tengo delante.

  Victoria 0 – 1 Giselle

  La barbie profirió un grito de esos que te rompen los tímpanos. Al ver que me quedaba más helado opté por restregárselo por todo el vestido de 500$.

  —¿Quieres más calorías?

  La barbie se me tiró encima como si fuera un placaje de fútbol. Me llenó la ropa de helado mientras me tiraba del pelo. Yo me defendía a base de puñetazos.

   —¡No la toques! —gritó Logan a Victoria levantándose de golpe para separarnos.

  Pero él que actuó fue el guarda de seguridad del centro comercial. Nos separó para que no acabáramos destrozándolo todo.

   —Ya esta bien, están en un entorno público.

  —Dísculpela —habló por mí Logan antes de que yo abriera la boca—. No volverá a suceder —le aseguró mientras me sostenía por los hombros impidiendo que me moviera.

   Victoria se fue lo antes posible con su amiga y yo lo agradecí.

   —¿Estas bien? —me preguntó Logan al ver los arañazos que tenía mi cara a causa de las uñas postizas de la barbie.

   Asentí dejando que me sostuviera de la barbilla para besarme. Me quitó el helado de los labios con dulzura y luego me propuso que buscáramos algo que pudiese ponerme. Toda mi ropa estaba llena de helado.

    Fuimos a entrar en una tienda cuando me paré frente al escaparate de hombres. Había un  esmoquin negro en el maniquí que me incitó a suponer una descabellada idea.

  Quince minutos después, salí de la tienda masculina con un esmoquin puesto a mi medida. Adoraba la ropa de tío y llevar puesto un traje de lo más varonil me encantaba. Logan no se opuso. a que decidiera comprármelo.

  —Creo que me estoy volviendo gay —bromeó él mientras me colocaba la corbata. Yo reí y dejé que una vez terminara de anudármela tirará de ella llevándome hasta sus labios. Jamás me iba a cansar de besarle, era como una droga que con cuya ausencia no podía vivir.

   Caminamos por el centro comercial y justo cuando salimos por la puerta una pareja se paró ante nosotros. Me quedé en blanco al reconocer al hombre que llevaba a una chica cogida de su brazo.

  —¡Papá! —grité atónita.

   —¡Pero mira a quien tenemos aquí! No sabía que tuviera un hijo —me dijo refiriéndose a mi traje negro.

   Me lancé a sus brazos como solía hacer de niña. Él me estrujó con fuerza y me besó en la frente.

  —Estás tan preciosa que casi no te reconozco.

  —¿Qué haces en Vingstone? ¿Pensabas pasarte por aquí sin avisarme? —fruncí la mirada.

  —No pienses tal cosa de mí, pensaba darte una sorpresa. Por eso decidí  pasarme a comprarte un regalo de bodas y Katherine se ofreció a ayudarme.

  Saludé con una sonrisa a la nueva novia de mi padre. Era muy guapa por no decir excesivamente joven. Mi padre ya era mayorcito para decidir con quien salir.

  —Sigo enfadado por qué no me invitaras a tu boda —me dijo con tono firme.

  —Bueno... —comencé a decir torciendo el gesto—. Creérme cuando te digo que la ceremonia fue de todo menos normal.

Los ojos verdes de mi padre se posaron en Logan. Le estaba analizando detenidamente para ver que nota le ponía. Por favor, un 10 para Logan, o al menos un aprobado. Supliqué en mi mente.

       —¿Este es el capullo que te emborrachó para casarse contigo?

La nota definitiva de mi padre: -0.


Yo Os Declaro EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora