Su piel me recordaba a un lienzo en blanco, perfecto, de esos lienzos difíciles de conseguir, aquellos cuya calidad es mejor y su textura es más suave. Su cabello me hacía pensar en un té rojo derramado sobre un lienzo, en un campo de rosas rojas, en la salpicadura de la sangre, la evidencia de que la maldad existe, me hacía pensar en violencia y al mismo tiempo en amor.
Mientras la observaba y dibujaba me sentía tentado a acariciar su cabello, tan largo y de apariencia suave, como una rosa cuyos pétalos te invitan a tocarlos, pero cuando lo intentas te espinas y la sangre resbala por tu piel. Te daña pero aun así te sigue pareciendo una flor muy hermosa. Estaba seguro que acercar mi mano a su cabello me haría quedar con la mano lastimada, ella sacaría sus espinas, así que no lo hice, el solo pensarlo me daba escalofríos.
— ¿Es la primera vez que vienes al centro del país?
Una nueva pregunta se formuló para mí. Su voz es suave, me atrevería a decir que algo dulce, como un té amargo acompañado por una cucharada de miel. Pareciera que le inquieta el silencio, no pasa mucho tiempo antes de que haga una nueva pregunta.
— Sí, nunca había pasado del Segundo Estado.
La sensación que me causa su mirada es similar a como se sentiría alguien como yo encontrando inesperadamente dos monedas de oro en su bolsillo, te recorre la felicidad pero esta se convierte en miedo. ¿Qué hace alguien como yo con dos monedas de oro? ¿Qué hace alguien como yo observando a los ojos a la señorita Vinna? Son cosas impensables para alguien de mi nivel social, pero supongo que no son imposibles.
— ¿Vas mucho al Segundo Estado?
— Tengo muchos clientes ahí, voy con cierta regularidad.
Siento que tal vez le respondo muy corto, pero temo aburrir si hablo demasiado. La señorita Vinna me pidió una escultura con sumo detalle, realista. Básicamente me pidió reconstruirla en mármol. Ella es algo... narcisista. Es una flor consciente de su belleza.
Cambia su posición en el sillón, deja a la vista las curvas de su senos por debajo de la tela blanca de su bata. Ella fue muy específica y clara.
— No temas observar mi cuerpo con detenimiento, quiero que lo hagas exactamente igual, así que miralo bien.
— Lamento las molestias...
Sus brazos se extienden sobre su cabeza y cuelgan al borde del sillón. Su cabello cae como cascada hasta el piso y sus piernas se mantienen ligeramente flexionadas. Su cuerpo es, en mi opinión, aparentemente perfecto. No es tan voluptuosa como otras damas, sus senos son una curva exquisita que no se define como exagerada, su escote es coqueto, pero mantiene su elegancia, careciendo totalmente de vulgaridad.
— No es molestia —dijo despreocupada y bajó la vista del techo hacia mí—, pero si veo una erección entre tus piernas te humillaré.
Su advertencia la dió mirándome a los ojos, después miró hacia mi cintura y desvió la mirada sin vergüenza alguna. Tragué saliva, asentí y seguí trazando. Necesito plasmar diferentes ángulos y posiciones de su cuerpo para poder crear la suficiente cantidad de referencias antes de comenzar con el boceto final que usaré para la escultura. Y aunque suene vulgar y nada caballeroso, necesito contemplar su cuerpo para poder comenzar, pero es la primera vez que mis ojos también serán mi tacto. Y es la primera vez que haré una escultura de cuerpo completo. Si no logro captar los detalles de su silueta... ella definitivamente me correrá sin pagar absolutamente nada.
— De lo que has dibujado hasta ahora... ¿Cuál es tu parte favorita de mi cuerpo?
Me quedé mudo ante su pregunta. Fue como si hubiera estado tocando perfectamente el violín y repentinamente todas las cuerdas se hubieran roto, excepto una. Tenía que responder aunque fuera con solo ese hilo de voz. Quise buscar una doble intención en su pregunta, pero no lo obtuve. Estaba ella jugando conmigo al preguntar algo que me pone en una situación incómoda, o simplemente tenía curiosidad. Si fuera otra mujer, pensaría que quiere saber que parte de su cuerpo resulta atractiva o llamativa para el sexo opuesto, pero tratandose de la señorita Frik... dudó que ese sea el caso. Decidí ser completamente sincero.
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Girar en el vacío : Eren Jaeger
Hayran KurguEren sabía bien lo que quería así como lo que podía tener. Se dejó cautivar por la rosa roja llena de espinas, una belleza que él no debía tocar, solo podía observar, y lo hizo. Lo hizo tanto que conoció cada defecto y virtud, quedando embelesado. S...