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A diferencia de los demás, los sub-estados del estado María no estaban rodeados por muros, son pueblos situados a las afueras del muro, son los que cazan y cultivan, son aquellos capaces de ver al horizonte. Son gente que vive muy diferente al resto.

Para Eren fue difícil pasar tanto tiempo en el centro del país, rodeado de muros y con una sensación muy diferente a la de Shiganshina. Había extrañado mucho su casa, su pueblo e incluso su gente. No hay nada mejor que estar donde perteneces, donde nadie te juzga ni te impone nada, donde puedes ser tú mismo.

Ha pasado un mes desde su regreso, las cosas cambiaron un poco gracias a las monedas de oro, no viven en lujo, ese no es el tipo de vida que les gusta, pero es cierto que viven más cómodamente. Aunque solo fueron poco más de cincuenta periódicos, la noticia de que el nombre de Eren Jaeger había aparecido en estos se extendió muy rápido, haber sido halagado por la próxima reina de Eldia se sintió como un halago al pueblo entero.

Sin embargo, a pesar de todo lo bueno, él no había vuelto a ser el mismo. Extrañaba a Vinna inevitablemente, como una enfermedad incurable o una maldición. Pensaba en ella con frecuencia durante el día, pero era su pensamiento principal durante las noches. La recordaba con detalle, entre botellas de alcohol y humo de cigarrillos, entre manchas de pintura y lienzos apilados en los rincones de la habitación.

Su vida volvía a la normalidad al amanecer, o por lo menos lo aparentaba.

— Las mañanas son cada vez más frías —dijo su madre al bajar las escaleras de madera con una manta sobre sus hombros. Observó a su hijo de cuclillas echando leña al fuego de la chimenea.

— El invierno llegará pronto —mencionó poniéndose de pie y miró a su madre—. Esta vez no tendremos preocupaciones.

— ¿De verdad? —cuestionó con algo de incredulidad, a lo que su hijo le observó interrogante— ¿Realmente no tienes preocupaciones?

— ... No —dijo vagamente. Carla hizo una mueca con sus labios y se acercó un poco más a él.

— ¿Crees que no se que bebes cada noche? te acostumbraste tanto que no te das cuenta que tu ropa siempre huele a tabaco y alcohol —le habló seriamente, manteniendo la mirada y sus brazos cruzados— Tienes tolerancia y no te emborrachas con facilidad, pero eso no significa que no te este matando lentamente, ¿por qué no hablas conmigo?

— No tiene sentido hablar de eso.

— Pasaré el invierno con preocupaciones entonces —dijo un poco molesta.

Eren desvió la mirada e hizo un gesto de fastidio, camino a la cocina con su madre siguiéndole de cerca, tomó una silla y se sentó teniendo el respaldo frente a él, apoyando sus brazos en este, mirando a la mujer frente a él.

— Estoy jodidamente enamorado de una mujer —confesó sin más.

— Eso ya lo sé, quiero saber cual es el problema —dijo con tranquilidad. Eren frunció el ceño.

— ¿Cómo que ya lo sabes?

— Instinto de madre —respondió con una sutil sonrisa.

Eren chasqueó la lengua y miró a otro lado, resignado.

— Vinna Frik —nombró, causando la inquietud en su madre. Volvió a mirarla— Amo a Vinna Frik.

— ¿No crees que fuiste demasiado codicioso?

— Sí, lo fui, pero ella fue quien dió el primer paso, así que...

— ¿De qué estás hablando? —cuestiona inquieta pero Eren guarda silencio. Su madre frunció el ceño y alzó la voz— ¿Te acostaste con ella?

Girar en el vacío : Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora