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No me equivoque al pensar que en esta noche te verías más hermosa que de costumbre. Tu cabello recogido deja expuesto tu cuello y recuerdo las veces en que lo bese, cuando lo mordía suavemente y de tus labios salían pequeños suspiros. Ese lujoso vestido dorado te queda bien, marca tu bella figura y hace juego con tus ojos. Jamás te había visto usar broches de oro en el cabello, realmente puedes darte ese tipo de lujos. Sin embargo, aunque lleves uno de los vestidos más costosos del país y tengas todas las miradas embelesadas en el salón, no te ves feliz.

Aparentas seriedad, firmeza como una joven arrogante que se siente superior a los demás, pero yo sé lo que hay detrás de esa expresión, sé lo que verdaderamente refleja tu mirada, tristeza y resignación. Llevo un tiempo preguntándome ¿Qué es lo que te ata a esta familia? ¿Qué es lo que te detiene a dejarlo todo y empezar de nuevo?

Quizás... ¿Temes hacerlo sola?

Si te pidiera irte conmigo, así como tú me pediste irme contigo, ¿aceptarías?

Jamás voy a saberlo, porque aunque quiera pedírtelo, siento que estás realmente atada a esta familia, a este estilo de vida, que hay algo más allá del miedo que te mantiene presa en una vida que no disfrutas en absoluto. Conozco varias facetas tuyas que nadie en este maldito salón conocen. Te conozco triste y vulnerable, deshecha en lágrimas, te conozco juguetona y risueña, cariñosa y sensible. Tienes emociones intensas que te guardas todo el tiempo pero que tuviste la confianza de compartir conmigo. Y sin embargo, te mantienes indiferente y casi muerta siguiendo los pasos de una vida en la nobleza.

Aún recuerdo esa fotografía en la biblioteca, a esa niña con el rostro preocupado de que la cámara fuera a captar algo que no debe, que fuera a capturar el secreto que escondes. Trate de descubrirlo mientras estaba contigo, estaba intrigado y curioso por ti. Sin embargo, no llegue a nada, solo dos palabras: muerte Camelia.

Tu verdadera infelicidad comenzó después de la misteriosa muerte del maestro Camilo, el mejor pianista del país, cuya verdadera identidad era la de una mujer nacida en Shiganshina, cuya afiliación a la familia Reiss la llevó a la cima de las clases sociales.

La casa de cristal tiene algo que ver, el pozo de agua también. Tú crees que no lo escuché, pero sé perfectamente que mientras tu mirada divagaba dijiste temer que alguien saliera del pozo, ¿te referías al cuerpo de Camelia o al de alguien más?

Y aún así, lo que más llama mi atención no es eso, sino la relación que mantienes con tu padre. Una vez me dijiste que sabes que lo observó con despreció y como si quisiera asesinarlo, sin embargo, aunque es cierto que lo desprecio, creo que la que realmente quiere matarlo eres tú. Te he observado todo este tiempo, atento a cada detalle en ti. Tienes una mirada ensombrecida cuando de hablar de tu padre se trata, y la manera en que lo miras a los ojos no es como una hija ve a su padre, es como si lo tuvieras bajo amenaza constantemente, eso explicaría porque te deja romper tantas reglas sin darte ningún castigo.

Las miradas clavadas en mí me confirman que en efecto no debí de haber venido a la ceremonia de la hija de una de las familias más importantes de Eldia, pero mírame aquí, en medio de todos estos idiotas de mente cerrada, deseando llevarte lejos de esta vida de mierda, quitarte el vestido y llegar hasta las últimas consecuencias de mi deseo por tu cuerpo, por tu atención, por tu mirada y por tu amor. Sí, estoy jodido, me enamore de ti, lo admito ahora, lo sé perfectamente ahora porque... verte a lado de ese hombre me está haciendo sentir vació, me duele el pecho, y siento que nada tiene sentido si estás con él.

— Su atención, por favor —anuncia el mayordomo de la familia real, estoy sentado en la mesa de hasta el fondo del salón, pero no importa, puedo escuchar claramente y verte allá, sentada en medio con una larga mesa frente a ti, tus padres a tu izquierda y aquel hombre y sus padres a tu derecha. Sí, lo sé, dijiste que vería algo desagradable y ahora sé perfectamente que es—, la reina quiere hablar.

Girar en el vacío : Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora