Aquel día la pareja Frik había dejado la mansión a cuidado del mayordomo ya que saldrían a una importante reunión con los Fritz, la familia real, la que controla todo el país. No era ninguna novedad, pues ambas familias están ligadas por negocios y una amistad que existe entre los esposos desde años.
Los padres de Vinna partieron desde el mediodía, pues era sabido que nuevamente se acercan las tormentas y no querían un repentino regreso y cambio de planes como la última vez. Y tal como se esperaba, antes del atardecer el cielo se cerró, el viento arremetió a Eldia y la tormenta llegó con intensidad desde el primer segundo. De nueva cuenta, Eren tuvo la oportunidad de permanecer en la mansión debido al clima.
Permaneció horas extras trabajando con la escultura hasta que Thomas le dijo que fuera a la mansión y parará con su trabajo. Tuvo una buena cena y esta vez le dieron una habitación de empleado. Ya era tarde, no estaba durmiendo, estaba inquieto pues la señorita Vinna había vuelto a encerrarse en su habitación debido a la lluvia, y tenía un presentimiento.
La oscuridad era completa y lo único audible eran los truenos en el cielo y la constante caída de la lluvia, cualquier otro ruido quedaba opacado por el intenso sonido de la naturaleza. Sin embargo, fue su presentimiento lo que lo llevó a salir de la habitación y vagar por los pasillos; entonces escuchó, muy levemente, el sonido de un piano. Miró por el ventanal e inmediatamente supo que ella estaba ahí, en la casa de cristal.
Guiado enteramente por sus impulsos, salió de la mansión y camino bajo la intensa tormenta, escuchando cada vez más cercas aquella melodía, sintiendo cada vez más escalofríos y cómo su piel se erizaba.
Cuando abrió la puerta de cristal su corazón se aceleró, sentía sus latidos recorriendo cada parte de su cuerpo, resonando en su cabeza. La observó, sentada en el banquillo que él mismo había arreglado, tocando aquel deteriorado piano con los sentimientos a flor de piel. Era una melodía hermosa al oído y dolorosa al corazón.
Consolar a Vinna parecía imposible. La tenía entre sus brazos, aunque él estuviera empapado por la lluvia, llorando con auténtico dolor, como si hubiera guardado intensas emociones de tristeza y odio durante años.
Eren logró que ella parará de llorar tras unos minutos, la sacó de la casa de cristal y la llevó a la mansión, directo al baño en la habitación de la pelirroja y la dejó a solas para que se diera una ducha pues ahora ella también estaba empapada por la lluvia. Eren hizo lo propio y se dispuso a ir a dormir y hablar con ella mañana, sin embargo, simplemente no podía. Se removía constantemente en la cama y se sentía frustrado, confundido e inquieto.
Chasqueó la lengua y se sentó al borde de la cama, pensativo. Se ató el cabello y se puso la camisa blanca que había tomado de la ropa del personal, vistiendo solo eso y los pantalones negros, salió descalzó de la habitación y con la iluminación de los relámpagos logró avanzar entre la oscuridad hasta llegar al cuarto de la pelirroja.
«¿Qué estoy haciendo?» se cuestionó frente a la puerta, vacilando sobre sus acciones. «Si me vieran haciendo esto... podrían ejecutarme por presunto acoso. Es decir, ¿Cómo se me ocurre venir a esta hora?» su discusión consigo mismo continuaba mientras observaba el picaporte de la puerta. No es que buscará algo en especial, simplemente sentía que tal vez Vinna no quería estar sola, y que posiblemente tampoco sería capaz de dormir.
Para su sorpresa el picaporte giró y la puerta se abrió lentamente. Vinna se sobresaltó al ver repentinamente una silueta frente a la entrada de su habitación en plena oscuridad, gritaría por el susto que le dio, pero Jaeger fue bastante rápido y logró cubrirle la boca con una de sus manos y ahogar su gritó.
— Soy Eren —dijo en voz baja—, tranquila...
La pelirroja frunció un poco el ceño y se tranquilizó ligeramente. Se quitó la mano de la boca y lo encaró.
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Girar en el vacío : Eren Jaeger
FanficEren sabía bien lo que quería así como lo que podía tener. Se dejó cautivar por la rosa roja llena de espinas, una belleza que él no debía tocar, solo podía observar, y lo hizo. Lo hizo tanto que conoció cada defecto y virtud, quedando embelesado. S...