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Desde niña mi vida no fue la más normal, no porque nací en cuna de oro, sino porque crecí sola, sin una madre que me guiará en mis pasos. Había sirvientas que cuidaban de mí, pero aun así yo seguía sintiéndome sola. Obtuve educación básica, aprendí a bailar como las damas, y me llenaron de objetos de alto valor económico, pero que para mí no significaban mucho.

Entonces, a mis siete años de edad, visite el castillo de la familia real, los Fritz, los reyes de Eldia. En ese momento no tenía idea de que hacíamos ahí, mi padre se reunía con el rey y mi madre tomaba el té con la reina, mientras tanto yo vagaba en el jardín con alguna sirvienta. Yo no sabía, pero pasaríamos la noche en ese enorme lugar. Cuando el sol se fue, mi madre cambió el té por vino, en realidad, todos los adultos bebieron alcohol mientras yo estaba sola en una habitación. No me pareció mal salir e ir a la biblioteca, sin embargo, a través de la puerta entreabierta, presencie una escena que me marcó.

一 ¿Crees que puedes tomar tus propias decisiones? ¡Heredarás el maldito mandato, quieras o no!

El rey le gritaba a un niño rubio, lo hacía con verdadero enojo mientras lo tomaba bruscamente por el cabello. Aquel niño lloraba en el suelo, aterrado, indefenso. Lo había visto antes, en la pintura familiar que hay al entrar a la mansión. Es el hijo único de los Fritz, Zeke, es unos años mayor que yo. No lo ví en todo el día que estuve aquí, pero tuve la sensación de que la biblioteca era su refugio. Su padre no estaba ebrio, para mí se veía bastante cuerdo y aterrador.

Lloré muchas veces cuando mi madre me daba bofetadas o me empujaba, sin embargo, parecía un juego inocente después de ver como trataba el rey a su hijo. Me escondí detrás de un mueble mientras escuchaba la paliza que le daban a Zeke, mi corazón latía muy rápido, asustado, quería llorar porque el rey no se detenía, un extraño sentimiento floreció en mí.

Incluso cuando se fue, me quedé escondida varios minutos más, helada, sin saber qué pensar o hacer. En algún momento me acerque a la puerta entreabierta y asome mi cabeza al interior. Lo primero que ví fue sangre en la alfombra. No lo pensé mucho, de pronto ya estaba dentro de la biblioteca, justo enfrente de él.

一 ¿Necesitas ayuda? 一cuestione asustada. Él me miró aún más asustado.

一 ¿Quién eres?

一 Uh... lo siento 一y por automático hice lo que me enseñaron. Tomé delicadamente la falda de mi vestido e hice una pequeña reverencia一. Mi nombre es Vinna Frik, un placer conocerlo, joven Zeke.

一 Ah, no, no 一negó al instante一 No es necesario que hagas eso, yo... 一me miró en silencio, avergonzado一 El gusto es mío, señorita Vinna.

Sus ojos rojizos y llorosos se desviaron al suelo, su rostro estaba golpeado y sangre salía de su nariz, entonces recordé a mis padres hablando algo sobre "el hijo del rey parece ser bastante torpe, siempre tiene pequeños accidentes", ahora sé que no son accidentes.

— Siéntate derecho e inclínate hacia delante.

— ¿Qué?

— Es para evitar que siga sangrando —dije tocando mi nariz.

Me miró confundido pero hizo lo que dije. Desde entonces comenzamos a vernos en la biblioteca cada que iba de visita, él me hablaba de lo que leía, le gustaban las historias sangrientas de caballeros asesinos de dragones, historias de guerra y rebeliones. Era muy listo a pesar de tener once años, con muy buena memoria, y escribía historias interesantes pero dibujaba muy mal. Yo me reía de sus dibujos feos y él se vengaba dibujándome a mí, me veía horrible, lo suficiente para casi morir de risa juntos. Fuimos felices, por momentos, durante poco más de un año, hasta cierto día...

Girar en el vacío : Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora