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La instalación de energía eléctrica es algo que va de poco a poco, por supuesto, esto comenzó en Sina y se ha detenido en la mitad de Rose debido a la tormenta. Es un lujo con el que los de clase alta ya están acostumbrados a vivir, entre estos lujos está la fotografía. En Sina viven solo tres fotógrafos, los cuales se pasan sus días yendo de una casa noble a otra, viven bastante bien a decir verdad ya que es un trabajo que solo ellos pueden hacer, de momento. Una de las primeras fotografías tomadas se encuentra en la mansión de la familia Frik, sobre la repisa encima de la chimenea de la biblioteca.

La lluvía no cesaba y Eren no podía dormir en su sala de trabajo, y ya que los dormitorios están del otro lado de la mansión, se tomó el atrevimiento de vagar un poco y terminó entre los libros. Pero lo que llamó su atención no fue la gran variedad de arte literario, sino aquella fotografía sepia sobre la repisa en la chimenea.

Observó al imponente señor Frik parado a lado de la elegante silla donde su esposa se encuentra, y en el regazo de esta se encuentra una pequeña niña. Sus ojos se centraron en el rostro de la pequeña y se cuestionó si es así como debe de lucir la expresión de una niña que nació teniendolo todo. Parecía una niña tímida, asustada de que la cámara captará algo que no debía. Como si tuviera miedo de que en la fotografía se revelará algún secreto.

Pero...

¿Qué secreto puede tener una niña de la nobleza a sus nueve años de edad?

Jaeger ya no entendía mucho de la mujer a la que tiene que recrear, siendo sinceros, siente que tiene que copiar algo que es totalmente desconocido para él, pero tiene que intentarlo. Aunque no entienda las expresiones ni los silencios de la pelirroja, ni la personalidad ni los pensamientos que hay dentro de su mente, ni sus cicatrices y sus temores.

Ni aunque desconozca aquella fina figura y si es que esta emana calidez.

— ¿Qué haces? —escuchó la voz autoritaria a sus espaldas, sobresaltandose— Ves la oportunidad y ya estás husmeando en la mansión.

Eren se dió la vuelta como un niño descubierto haciendo una travesura, rompiendo alguna regla, o haciendo algo indebido. Temió por haber cruzado la línea límite, pero ese sentimiento duró poco. Sus pensamientos se transformaron al ver a Vinna con un delicado y sencillo vestido blanco para dormir, con el cabello cayendo sobre los senos como cortinas rojas.

— Lo siento, no podía dormir así que... —se dió cuenta que aquello solo suena como una tonta excusa—, lo siento, regresaré a la habitación.

— ¿Es normal para ti no poder dormir? —cuestionó bajando los tres escalones en la entrada mientras se abraza a sí misma. El castaño se mostró algo confuso.

— ... No, es solo que... es raro dormir en una mansión.

— Con que es eso —murmuró y se dirigió al sillón frente a la chimenea—. Para mí si es normal no poder dormir, así que hazme compañía.

Jaeger no lo pensó mucho y solo la siguió, sentándose en el otro extremo del sillón.

— ¿Tiene problemas para dormir? —cuestionó tratando de romper aquel inquietante silencio.

— Solo cuando hay tormentas como la de hoy —respondió abrazando sus piernas.

— ¿Por las ratas?

— ... sí —murmuró.

— No creo que las ratas puedan entrar a la mansión.

— No, pero quizás mañana al abrir la puerta tras cesar la lluvia se encuentren en el jardín.

— ... Piensa en cosas muy extrañas, señorita Vinna —comentó vagamente— ¿Puedo preguntar quienes eran los niños que estaban con usted?

— Entonces si mirabas desde la ventana —murmuró—. La niña es hija de los Braun y el niño es hijo de los Grice. Suelo mandarlos a traer cuando estoy aburrida y mi padre no está en el sub-estado.

Girar en el vacío : Eren JaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora