No. 5 and No. 8 || Five Hargreeves [#1 y 2]✔️

Capítulo 44.2

Recuerdo haber deseado estar en Dallas cuando era una niña, no literalmente, no se había hecho realidad, el libro que papá tenía sobre los estados del país me hacían querer visitar cada uno de ellos. Caminar por las calles, ver todo lo que podía dar, usar mis poderes a mi ventaja, siempre lo imaginé como algo divertido y fácil de hacer pues no habría ningún impedimento que evitara mi diversión. 

Poco sabía yo que mi sueño se iba a cumplir de cierta manera, sin embargo, no tenía en cuenta que se haría realidad de la forma más bizarra que una persona puede imaginar. 

Me encontraba en Dallas, caminando por las calles del centro... sin poderes, sin tener nada a mi favor, en una época que no era mía, con él doble del viejo adolescente por el que tenía sentimientos, él viejo adolescente y Luther, en camino a asegurarnos de que Kennedy muriera para que pudiéramos volver a nuestro tiempo con el maletín que nos daría el dopplegänger. 

No era algo que se escuchaba todos los días. 

Cruzábamos el puente clave para llegar hasta el Grassy Knoll, el sol brillaba de cierta forma que no daba ningún indicio sobre la muerte del Presidente, las personas no sabían lo que les esperaría. Cinco adulto iba al frente con Luther, mientras que yo debía lidiar con la paranoia de Cinco adolescente caminando a unos cuantos metros detrás de ellos. 

–¿¡Qué están viendo?!– gritó Cinco adolescente a una pareja de personas –¿¡les parece gracioso?!–. 

Di una risa burlona –sí lo es–. 

–¡Se llama Uniforme!–. 

–Nadie lo preguntó–. 

–¡Deja de mirarme, idiota!–. 

–Muy gracioso– dije en un susurro. 

–¡Métete en tus asuntos!– rascó su cuello –¡TE DARÉ ALGO QUE MIRAR!–. 

–No creo que quieran verlo, Cinco–. 

Si debía ser sincera ante la situación, esto se había convertido en una tarea difícil, cansada y bastante fastidiada, pues el cuidar que Cinco adolescente no hiciera alguna estupidez en estos momentos era llave para que pudiéramos volver a casa e evitar el Apocalipsis, no obstante, el controlarlo se estaba convirtiendo en algo tedioso, pero gracioso al mismo tiempo. 

–No me estás ayudando en nada, ____–.

Suspiré pesadamente –estoy tratando de hacerlo–.

–Entonces ¿por qué mierda me besaste en el bar?–.

–¿Por qué mierda me besaste en lo de Elliot?–. 

–¡No es momento para eso!–. 

–Lo mismo digo–. 

La paranoia que cargaba Cinco logró que se detuviera en pleno puente que cruzábamos, sin responderme a la pregunta que le hice la cual respondía a otra pregunta que él me había dicho, removió su cabello desesperado, siguió con su paso a donde yo estaba ya adelantada para después volver a la tarea principal. 

No dejaba de mirar a Cinco adulto y a Luther que definitivamente se traían algo entre manos, al mismo tiempo que le gritaba a peatones que no lo miraban en lo absoluto, lo miraban hasta que él lograra llamar su atención. 

–Hola, hermanos– Luther se alejó de Cinco adulto y se junto a nuestro paso –¿cómo están?–. 

Sonreí de forma falsa –genial–. 

–Quiere asesinarme ¿Verdad?– preguntó Cinco adolescente. 

–¿Qué?– nuestro hermano río nervioso –¿él dices? ¿Quiere asesinarte? Sí claro, es ridículo–.