Capítulo 24.2

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Klaus me llevó del Sur al Norte en su auto, directo a la casa de los Thomas después de haber desaparecido un día completo, y debo admitir que durante todo el camino, los nervios comenzaban a crecer cada vez más y más, no por el hecho de que Klaus no me dejaba de hacer preguntas sobre Austin, en realidad eso terminó cuando comenzó a hablar de otras cosas perdiéndose en el tema como siempre lo hace, si no por no tener ni la menor idea de que lo fuera a pasar en cuanto pudiera un pie dentro de la casa de los Thomas, ya que antes de irme con mis hermanos, lo único que hice al despedirme de Austin fue decirle que lo vería hoy y le contaría toda la verdad. 

Toda la verdad, el viaje en el tiempo, el decirle que no soy de este periodo, posiblemente explicarle que tenía habilidades extraordinarias, decirle que soy adoptada por un millonario, que tenía 7 hermanos y que con uno de ellos tenía más que una amistad, y que estoy en los 60 por intentar detener a mi hermana que causara el fin del mundo... me tomaría como loca. 

No era una opción decirle nada de eso, en realidad, estaba empezando a pensar en inventar alguna historia que tuviera que estuviera algo relacionada con lo que vio la noche anterior, sin embargo, nada aparecía en mi cabeza que tuviera sentido, y podría haberle pedido a ayuda a mi hermano, pero no estaba lista o en forma para que me respondiera con una estúpida historia de un escorpión y una rana que no tuvieran sentido.

–... y es por eso que nunca, nunca deberías combinar dos tipos de salsas exóticas en un mismo plato, no salí del baño en tres días más el pastel de chocolate, ____ déjame decirte que en serio no sabes...–. 

Salí de mis pensamientos por un momentos, dejé de mirar por la ventana del auto, para girar mi mirada a donde se encontraba Klaus manejando sin despegar la vista del camino, él que claro seguía hablando de una cosa que sinceramente no tenía idea a lo que se refería, pero estaba segura que prefería que se quedara de esa manera. 

–... cuando te ofrezcan salsa de medusa, recuerda que no debes creer que es salsa de medusa, te pueden estafar ¡a mí me estafaron! es malo, ____, el mundo no, no lo entiendo, Vietnam...–. 

Tras haber regresado la mirada a la ventana, fruncí el ceño y volví a girarla lentamente a donde estaba mi hermana de nuevo, hablando todavía de cosas sin sentido, sin embargo, esta vez captó mi atención cuando comenzó a hablar de Vietnam, pero no de la forma en la que me interesara, claro que no, si no de la forma en la que me causaba tanta extrañeza de que sacara el tema de un momento a otro. 

–... oh los mejores años de mi vida, más que en la academia pequeña ____, es...–.

–No me llames así–. 

Suspiró dejando de hablar –olvidé lo odiosa que te volviste–. 

Rodeé los ojos ante sus palabras –no soy odiosa–. 

–Claro que lo eres, antes eras divertida, la dulce hermana menor de todos nosotros, la más pequeña–. 

–Sólo cállate– volví a interrumpirlo –y tenemos la misma edad ¿recuerdas?–. 

–Cuerpo de niña, edad de señora de casi mediana edad, sí lo recuerdo–. 

Después de esa plática "constructiva" con mi hermano, por tercera vez regresé mi mirada a la ventana, donde ni siquiera pensarlo o analizarlo, comencé a darme cuenta de las diferentes diferencias de edad que ya teníamos desde que llegamos a este lugar. 

Todos pudimos haber nacido el 1º de octubre de 1989, a la hora que sea que hayamos nacido que nos hiciera peculiares, no obstante, el tiempo estando aquí nos aumentó algunos años a algunos de nosotros, como por ejemplo, Klaus tenía 29 antes de haber llegado aquí, ahora él tenía 33... qué viejo, en cambio yo a penas tenía 30 años reales y sólo ahora 14 físicos. había olvidado por completo haber pasado mi cumpleaños aquí. 

El 1 de Octubre de 1963 pasó como un día cualquier otro en mi vida de persona acogida, pasarla en la corte, con mi trabajador social, esperando a que llegara la siguiente familia con la que viviría. 

Además de que no lo consideré el día de mi cumpleaños ya que era el primero en el que no estaba con mi hermanos o mamá, contemplando el hecho de que tampoco debía ser considerado debido a que aún faltaban varios años para que yo naciera en realidad. No era un cumpleaños de verdad, a menos que fuese a contar los años que faltaban para mi nacimiento, los cuáles eran más de 20 años. 

Como sea, las casas a nuestro alrededor comenzaron a cambiar conforme seguíamos atravesando la ciudad, estás se convertían en todo lo contrario a lo que habíamos visto desde la casa de nuestra hermana. Los grandes patios empezaban a aparecer, los autos del año, las familias blancas que caminaban felices en las calles sin temer a ser atacados, sonrientes, no sintiéndose amenazados, a lo que se podría decir que se encontraban viviendo en su hábitat natural. 

Algo que ya era bastante normal ver si es que vivías en la zona, las casas ya eran mansiones blancas. 

–Nunca había visto a tantas personas blancas tan sonrientes– dijo Klaus. 

–Son los 60, la época donde estas personas eran felices gracias al racismo– contesté con desprecio. 

–Deberías involucrarte en algo como eso para intentar acabarlo, así como Allison, con la ayuda del chico rubio con el que vives...–. 

Arqueé las cejas –lo haría, pero no podemos intervenir más con la línea del tiempo, no sabemos lo que puede pasar–. 

–¡Oh, vamos ____!– exclamó él –no puede pasar nada malo, quiero decir mírame a mí, mejoré al mundo con mis ideas, y nada malo ha pasado–. 

Tenía razón, Klaus había hecho demasiadas cosas como para que de alguna forma la línea temporal se deformara y siguiéramos en la forma en la que seguimos, al igual que mi hermana y si es que alguno de los otros seguían vivimos ya que no debíamos estar aquí, sin embargo, todo estaba demasiado perfecto como para que nada malo no sucediera, que de cierta forma era muy extraño. 

–Lo pensaré– me limité a decir. 

–Y así pasarás tiempo con el chico rubio guapo eh... eh...–. 

–No te emociones–. 

–Solamente decía– quitó los brazos del volante por un momento para fingir rendición –¿es por aquí?–. 

Asentí –sí, unas casas más adelante ¿cómo lo supiste?–. 

–____, esta calle tiene las casas más lindas y más adineradas de la ciudad, y ayer como miré al chico...–. 

–Austin– lo corregí –se llama Austin–. 

–De acuerdo, Austin, por su apariencia supuse que viviría aquí, los años viviendo en este lugar me hacen aprender muchas... cosas que... wow...–. 

–Eres listo cuando quieres–. 

–Siempre lo soy, hermanita–. 

Y sin más que decir, y un par de casas más adelante llegué a casa de los Thomas después de haber desaparecido prácticamente más de doce horas, Klaus se detuvo frente a la casa donde le indiqué, me dijo unas cuantas palabras más que sinceramente no entendí y me despedí de él no sin antes decirle que lo vería muy pronto, a lo que él respondió dándome la dirección de la casa donde vivía en un papel. 

Tras haber aceptado el pedazo de papel, salí del auto con los nervios de punta, parándome en medio del jardín, observando con decisión la puerta. 

–¡Entra ya!– gritó mi hermano desde el auto. 

Me giré a él dándole una mala mirada –¡ya vete!–. 

–¡Me amas!–. 

–¡Adiós!–. 

Fue en ese instante en el que mis pies actuaron por sí solos, comenzaron a caminar a la puerta principal de la casa, sin vuelta atrás, para nada preparada para lo que me esperaba al atravesar la puerta, sin una historia, teniendo que enfrentar a Austin y sus preguntas. 

Esto será interesante. 






No. 5 and No. 8 || Five Hargreeves [#1 y 2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora