siete. plagado de peligros

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plagado de peligros

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—¡Ayuda!—Una voz suplicó, el sonido se propagó por el espeso aire del bosque mientras corríamos hacia la fuente

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—¡Ayuda!—Una voz suplicó, el sonido se propagó por el espeso aire del bosque mientras corríamos hacia la fuente.

Habían pasado días desde que vimos la señal de Terminus, y viajamos a lo largo de las vías hacia una posibilidad insegura. La noche anterior nos habíamos refugiado finalmente en una zona boscosa oculta no demasiado lejos de las vías, montando un pequeño pero protegido campamento. Habíamos aprovechado este tiempo para hacer un intento de descanso, y para dejarme curar lo mejor posible antes de que tuviéramos que ponernos en marcha de nuevo.

Ahora seguía de cerca a un frenético Carl, que al instante había salido corriendo al oír los gritos cuando revisábamos nuestras trampas. Fue una estupidez de su parte, con su complejo de salvador, no haber examinado la zona antes de correr al rescate, pero ya era demasiado tarde para cambiar esto, ya que acabábamos de llegar al lugar.

Rick tiró de nuestros brazos, empujándonos hacia atrás, hacia los árboles, antes de que corriéramos directamente hacia el pequeño grupo que había empezado a rodear a un joven. Gritaba continuamente, suplicando que alguien lo salvara mientras los caminantes se cerraban en torno a su cuerpo indefenso.

Carl levantó su pistola, al contrario que yo, que ni siquiera me había molestado. Sabía que el hombre ya no era más que una comida, y que pronto añadiría otro número a la población de cadáveres sin vida. En cambio, me volví hacia el chico que levantó su pistola, usando mi mano libre para bajarla. El hombre de delante se quedó en silencio mientras un zombi se aferraba a su cara, desgarrando la piel.

—No puedes salvar a todos—.Hablé en voz baja, apartando la mirada de la escena.

Carl mostró una expresión de frustración en su rostro antes de bajar el arma.—Podríamos al menos...—

— Debemos irnos —.interrumpió Michonne, empujándonos.

Me giré al ver que unos cuantos caminantes extraviados que habían sido empujados fuera del círculo del festín, nos vieron. Muchos más comenzaron a separarse hacia nosotros con la esperanza de comer, al igual que los demás de su manada.

𝐂𝐎𝐋𝐃 𝐇𝐀𝐍𝐃𝐒 | ᶜᵃʳˡ ᵍʳⁱᵐᵉˢ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora