once. el punto de no retorno

8.8K 430 81
                                    






once
⋇⋆✦⋆⋇
el punto de no retorno

once⋇⋆✦⋆⋇↳ el punto de no retorno ↲

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EL VIENTO HACIA LOS ÁRBOLES, los pájaros cantaban junto con el susurro de las hojas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




EL VIENTO HACIA LOS ÁRBOLES, los pájaros cantaban junto con el susurro de las hojas. Había calma en el bosque, los miembros de nuestro grupo caminaban por un pequeño sendero de ciervos que Daryl nos había indicado que siguiéramos, con la esperanza de encontrar algo más que agua con sabor a polvo, nueces y la hilera de ardillas muertas que había colgado a su espalda.

—Bien—,dijo Carl,—hechizo psíquico—.

Pasé cautelosamente por encima de los restos de un gran árbol caído, con mi pistola apoyada en las manos.

—P-S,—

—¿Estás segura de eso?—

Lo fulminé con la mirada:—Al menos déjame terminar—.

Acunó a Judith en sus brazos, pasando una mano suave por su pelo suave y corto.—Estaba mal. Añade un punto a mi puntuación—.

—Bien entonces—,me quejé. Estaba jugando con una ventaja injusta, dándome palabras que habían superado nuestros exámenes de ortografía de sexto grado, años antes de que el fin del mundo cortara nuestra educación.—Tu palabra es 'hipócrita'—.dije, pensando en la palabra que a mi hermana le encantaba pronunciar de su pequeño diccionario de bolsillo.

Sus ojos revolotearon hacia el cielo, antes de volver a tomar tierra.—H-I-P-C-R-I-T-A—. Deletreó con seguridad.—Me llevo otro punto—.

Chasqueé la lengua en el paladar, emitiendo un sonido de desaprobación.—Olvidaste la 'O' del principio. Todo el mundo la olvida siempre—.

Sea lo que sea a lo que habíamos estado jugando, se había vuelto agresivo, muy rápidamente. Casi todo era así cuando competíamos, siempre queriendo ser el que pudiera decir "yo gano", para siempre. Fuego contra fuego.

—Entonces no cuenta, repite mi palabra—.

El sombrero que se apoyaba en su cabeza estaba perfectamente girado hacia arriba, asomando pequeños mechones de pelo oscurecido que se pegaban a su frente con gotas de sudor. Su franela ensangrentada estaba enrollada hasta los codos, y necesitaba desesperadamente una nueva.

𝐂𝐎𝐋𝐃 𝐇𝐀𝐍𝐃𝐒 | ᶜᵃʳˡ ᵍʳⁱᵐᵉˢ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora