Cumplir los treinta no está siendo en lo absoluto como yo me imaginaba hace tan solo una semana.
Es increíble cómo la vida te cambia de un segundo a otro. La semana pasada me encontraba en mi casa, con mi pareja y con la vida que se supone que una persona de mi edad deba llevar: Trabajo, Pareja y Hogar. Esas tres palabras parecen un requisito indispensable para la edad adulta, la Santísima Trinidad de la adultez, y si le añades un bebé, entonces eres el ejemplo perfecto del suceso.
Todo eso cambió cuando el hasta entonces mi pareja decidió culminar con el fin de nuestra relación. En parte era una muerte anunciada. Fuimos pareja por cinco años y la verdad creo que simplemente estaba ahí por tener algo, la soledad me aterraba y supongo que siento que tampoco soy una chica de muchas opciones, básicamente con la autoestima por los suelos, pensaba que Israel era la única persona a la que le gustaría. Terminar la relación se que en el fondo ha sido lo más lógico, como pareja podríamos clasificarnos tóxicos a un nivel Chernoviano, pero quería aferrarme al último tren.
Ahora me encuentro en la casilla de salida, he perdido mi casa, mi pareja y siento que me quedo atrás en esto de vivir.
Volver a casa de mis padres a los treinta parece el fracaso de mi vida. Adoro a mis padres no podría quejarme, pero la independencia que te da vivir sola no es comparable.Y ahí me encontraba yo, recogiendo las últimas cosas del que había sido mi hogar hasta hace solo una semana, un hogar que me había costado mucho mantener tanto física, como mentalmente. Y todo ese esfuerzo para nada.
Me disponía a cerrar para siempre la puerta de esa casa donde Isra y yo pasamos los últimos momentos de nuestra agonizante relación. No todo son recuerdos malos, pero la verdad que Isra no fue una pareja que me lo pusiese fácil...
Y así emergida en esos oscuros recuerdo, cierro la puerta, echo la llave y siento un dolor enorme en la boca del estómago.
Esta semana apenas he comido, dormido o más bien apenas he sido persona. He ido como zombie de un lado a otro intentando pensar que será ahora de mi vida.
Mi padre me saca de esa oleada de pensamientos y doy un respiro.
— Ya está nena, la última caja entró perfecta en el coche. - dice mi padre fatigado por el esfuerzo, el pobre ha intentado animarme a toda costa y no me ha dejado sola un segundo.
— Gracias papá. - respondo sin apenas ánimo.Damos media vuelta y giro la mirada una última vez para observar aquella puerta cerrada. Que irónica imagen, ahora mismo siento que mi vida es básicamente una puerta cerrada.
Volver a instalarme en mi antigua habitación de adolescente es sin duda una apisonadora de moral. Mis ánimos están por los suelos mientras intento encontrar hueco entre todos aquellos recuerdos de mi adolescencia.
Nunca fui una adolescente típica, jamás me sentí atractiva, tener unos kilos de más ha sido una cruz difícil de llevar.
Cuando todas mis amigas empezaban a tener sus primeras relaciones, yo ni siquiera había besado a nadie. Siempre sentí que me quedaba atrás. Me costaba relacionarme y era casi incapaz de pensar que podía llegar a gustarle a alguien.Ojeo mi viejo estante, observo mis libros y doy una pequeña sonrisa, adoraba leer todas esas novelas románticas, siempre ansiaba ese tipo de relaciones. Cuando conocí a Isra realmente pensaba que había sido la suerte de mi vida, que todo iba a empezar a irme como a aquellas protagonistas de mis libros favoritos. Pero la realidad es que me aferré tanto a esa idea, que ignoré por completo todas las señales que me decían que Isra no era ni por asomo como aquellos protagonistas de mis libros. El aprovechó mi necesidad de afecto y yo me dejé usar.
Isra ha sido el primer y único hombre en mi vida, no tengo con que comparar, pero sé que debe haber algo mejor, simplemente ese "algo" mejor nunca está a mi alcance.
Suelto aquel libro en el estante de nuevo cuando mi madre se asoma por la puerta.— Cariño deja de organizar por un momento y ven a la cocina, te prepararé algo rico. - suena casi suplicante.
— No tengo mucha hambre mamá, gracias. - el nudo en el estómago apenas me ha dejado probar bocado.
— Vamos Farah, no puedes seguir así, nos tienes preocupados.
— No es mi intención mamá.
— Lo sé cielo, pero no veas todo esto como una pérdida, intenta pensar que es solo un nuevo capítulo en tu vida.
— Claro mamá. - digo sin ganas, la verdad que no quiero preocuparla, así que simplemente le doy la razón sin más y asiento con la cabeza con una mueca lo más parecida a una sonrisa.
— ¡Esa es mi niña! ¿Entonces aceptas mi invitación y vienes a la cocina a comer algo con tu adorable madre? - dice con una pequeña sonrisa de lado.
— Imposible rechazar esa oferta. - me animo y la acompaño a la cocina, ella gana por hoy.* Hola! Soy Ro y esta es mi primera historia, me hace mucha ilusión plasmar este caos de mi cabeza y hacerlo una historia que pueda llegar a gustar a alguien.
No creo que me siga mucha gente pero intentaré actualizar casi a diario.
Gracias por leerme y por querer conocer a Farah, ella te va a encantar!
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El Postre Primero
RomanceCuando su pareja de toda la vida decide terminar la relación, Farah se siente totalmente pérdida. Pero todo cambia cuando conoce a Jayden, un dulce vecino con pintas de vikingo que le abrirá los ojos a un mundo nuevo de aceptación, amor y superació...