Sin Batería

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Farah

Abro los ojos, pesadamente.
La cabeza me sigue ardiendo pero mucho menos que la noche anterior.
Me cuesta asimilar todo lo que ocurrió anoche, intento no abrumar a mi pobre cabeza con tanta información negativa, así que intento centrarme e intentar incorporarme. Por suerte no tengo ningún suero, ni ninguna aguja, por lo que puedo sentarme fácilnente en el borde de la cama del hospital.
Hago un recorrido visual de la habitación, ni rastro de Jay.
No tengo ni idea de qué hora será, ni cuánto tiempo he estado dormida. Ese fugaz pensamiento hace que de un vuelco a mi corazón. ¡Mis padres! Deben estar muy preocupados.
Rápidamente busco mi móvil o mi bolso pero no encuentro nada.
De repente la puerta de la habitación se abre y aparece la misma enfermera de la noche anterior, lo que me hace dudar si aún es de noche, o por si el contrario llevo tanto tiempo dormida que ella acaba de comenzar un nuevo turno.

- Buenas Tardes Farah, que bueno que estés ya incorporada, ¿cómo te has dormido, sientes alguna molestia?
-Estoy bien gracias, creo que ya debería irme a casa. Sabrías decirme si mi bolso está por aquí o dónde está Jayden.
-Lo de tu bolso no puedo solucionarlo, pero a Jayden si lo tengo localizado.

Mimi sonríe, mientras yo doy vueltas por la habitación algo nerviosa. Necesito ir a casa, necesito ver a Jayden y necesito pensar rápidamente cómo explicaré esto a mis padres. Este estrés no hace bien a mi cabeza definitivamente, lo que provoca que haga un gesto de dolor y lleve una de mis manos a la cabeza. Esto alerta a la enfermera que se apresura a intentar calmarme.

-Farah está todo bien, Jayden está pasando consulta en este momento. Ha estado a tu lado todo el tiempo pero era su turno de volver al trabajo. Ahora mismo iré a avisarle que estás despierta, pero porfavor regresa a la cama.
-¿Pero cuánto tiempo he dormido?
-Toda la noche, y toda la mañana casi, son las tres de la tarde. ¿Tienes hambre? Puedo pedir que te traigan algo de comer.
-No gracias, necesito irme a casa es muy tarde.

Mimi se acerca a mi, me agarra de la mano y me conduce hacia la cama de nuevo. Me hace sentir como una niña pequeña, pero supongo que está acostumbrada si trabaja en este sector del hospital, su labor debe brindarle un extra de experiencia en paciencia, en eso me recuerda a Jayden y lo paciente que es.

-Sientate Farah, voy enseguida a buscar a Jay y de seguro que podrás irte a casa, pero ponerte nerviosa no ayudará en nada. Ya sabes lo mucho que le gusta al jefe pinchar, no querrás que tenga una excusa para volver a inyectar nada.

Su comentario me hace sonreír, me cae bien Mimi. Y agradezco su gesto. Así que obedezco y regreso a la cama.
Al mismo instante la enfermera se apresura a salir y vuelvo a estar sola en la habitación por unos minutos que me parecieron horas.
La puerta vuelve a abrirse pero esta vez quién entra es un resplandeciente Jayden, cualquiera diría que ha pasado la noche sin dormir tiene un aspecto pulcro, su cabello no está para nada alborotado como siempre suele llevarlo, jamás lo había visto así y me gusta, aunque le da un aire más serio. Lleva una bata blanca, pero en su bolsillo a la altura de su pecho lleva un pequeño broche de un super héroe. Seguro que a los pequeños les encantará este detalle cuando Jay tiene que atenderles. Se ve tan guapo, es increíble lo mucho que me gusta Jay. Todo el estrés y nerviosismo que sentía desaparece con solo su presencia.

-Hola preciosa, que bueno que estés bien.

Jay se acerca y su olor tan delicado y dulce invaden mis pulmones.
Esto es mejor que mil inyecciones de calmantes.

-Doctor vikingo, estás guapísimo, jamás imaginé verte así con tu uniforme.

No puedo evitar sonreír mientras Jay divertido me regala una caricia y un pequeño beso en la frente que hace que todo mi cuerpo sienta paz.

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