El ojo del Huracán

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*Farah

Desde el ataque de ansiedad siento que no soy yo. Voy en modo automático todo el tiempo.
Puedo mantener conversaciones y parecer totalmente normal pero, dentro de mi, sigo con ese pellizco en los pulmones. El aire no ha vuelto a llenarlos por completo desde entonces.

Prometí a Jon que buscaría ayuda y tuve que cumplir, porque me amenazó con despedirme si no lo hacía.
Sé que no hablaba en serio pero igualmente le hice caso y contacté con una terapeuta. Solo llevo dos sesiónes. Me la pasé llorando casi la hora entera que duró la primera sesión. En la segunda creo que lloré por media hora, lo que es un avance.
Solo Jon sabe lo de mi ataque de ansiedad y le agradezco que mantenga el secreto.
He estado intentando evitar estar a solas con él, no sé si por vergüenza o por no agobiarme más. Aún así ha sido mi sombra esta semana y ha insistido en llevarme y recogerme de cada sesión de terapia.
Aunque hayamos acordado que no se volverá a repetir nada entre él y yo, no tengo claro que él se haya dado por vencido del todo. Tengo que reconocer que está siendo paciente, pero no deja de ser intenso y hay ocasiones en que su interés por mi me abruma.

Por otro lado, no me permito pensar en Jayden, es como una tentación a la cual quiero caer y a la vez no, pero ambas con la misma fuerza e intensidad. Y esa dualidad es la que me mata. El desear tanto rendirme, llamarle, abrazarlo fuerte y volver a llenar mis pulmones de su aroma. Y yo sé que no, que no debo. Tengo que resistir. Dejar que sea feliz. Esa felicidad que yo no le daré.

Incluso puede que él ni siquiera contestase esa llamada. Dejó de insistir cuando después de encontrarme en el ascensor del hospital, llamó unas cuantas veces y no respondí. Fui incapaz de hacerle frente.
No sé si Jay en estos instantes me odia. La verdad, eso lo haría más fácil.
Y es ahí cuando vuelvo a sentir ambas contradicciones dentro de mi. Deseo que me odie y se olvide de lo que hemos sido en algún momento. Pero, por otro lado no podría soportar la idea de que Jay me odiase.

La terapeuta me dijo que aunque yo piense que ambas partes de mis contradicciones pesan igual, realmente hay una que lo hace más, solo debo aclárame y saber cuál es la que realmente necesito, y dejarla aflorar.
En este instante no tengo nada claro. Todo es borroso y doloroso.

-Parece que estáis con muchísimo trabajo estos días, no paráis ni un segundo. -dice Lola con tono alegre.
-Así es Lola, tenemos un pedido bastante grande para la Feria benéfica que se hará en el parque.
-¡Ah ya se de cuál me hablas! Seguramente mi hermana y yo la visitaremos. -exclama con entusiasmo.
-Que bueno, lo pasarán genial y además es por una buena causa. -respondo mientras termino de empaquetar unos pasteles que acaba de elegir para ella y su hermana.
-He oído que es para el hospital.

De solo oír la palabra hospital el aire se me hace pesado. La imagen de Jayden aparece en mi mente con su uniforme, su bata blanca y su sonrisa. Sacudo los pensamientos y asiento a Lola intentando aparentar normalidad.

-Tu irás verdad Farah, me encantaría verte allí. -pregunta Lola con curiosidad.
-Realmente creo que no iré.
-¡Claro que vendrás! No puedes dejarme sola. -interrumpe Nadia que se acerca por detrás cargando una pila unas cajas casi más grandes que ella.
-Nadia creo que Jon te acompañará. -digo intentando evitar ir a toda costa. Sé que Jayden estará allí y no sé si podré soportar estar cerca, más bien, ni siquiera sé cómo sería enfrentarme a él-. Además fue Jon quién nos metió en este lío.
-En eso tienes razón pero, ¿de verdad no vas a venir? Jon no tiene simpatía para vender, asustará a los clientes.

Lola y yo caemos en una sonora carcajada por el comentario de Nadia. Jon se oye a lo lejos desde su despacho gritar.

-¡Te he oído Nadia! Y deja en paz a Farah, si no quiere ir que no vaya.

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