Un día nuevo parte III.

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Ojos azules, labios rosados, piel blanca, cabello negro. Esos minutos en los que mis ojos observaron fijamente a los ojos de Cass, los sentí eternos.

Bajé otra vez mi mirada, dejé el plato en el suelo, y me levanté con rapidez. Observé otra vez los ojos de Cass. Eran como hipnóticos, seguía con la sonrisa en su rostro.

Salí rápidamente de la habitación, cerré la puerta,  pegué mi espalda de golpe en ella, y solté el aire que contenía en los pulmones, antes de que Cass dijera algo más. Percibía los pasos adentro de la habitación, como se aproximaban lentamente hacia la puerta. Tal vez buscando el plato que había dejado en el suelo.

Observé la pequeña ventana circular que se situaba en el medio de la puerta. La curiosidad tuvo dominio sobre mí, no sabía si era buena idea, pero quería ver que pasaba adentro de la habitación en ese momento. Así que lo hice, deslicé lentamente la tapa gris que cubría la ventanita y entonces lo volví a ver.

Estaba en la misma posición que antes. Sentado en la cómoda, con las piernas cruzadas, y con el plato metido en el espacio que quedaba entre ellas. Mis ojos siguieron su mano, y el movimiento que hacían las cadenas de sus esposas. Él agarró uno de los panes  y lo subió lentamente hasta sus labios, seguí el movimiento de su mano, sin pestañear. Y entonces cuando eso pasó, cuando su mano llevó sigilosamente el pan hasta sus labios; esos peculiares ojos me observaron otra vez.

Dejé de respirar, lo hice, y aún no sabía el por qué.

Me miraba fijamente, cual depredador analizando a su presa para cazarla. Sus labios se movieron lentamente, como si estuviera diciendo algo, pero no escuchaba nada. Así que procedí a leer sus labios rápidamente, para entender lo que quería decirme.

Lo entendí y quedé pasmada cuando los leí, pues él intentaba decirme "pequeña".

Tras esa acción, sus labios fueron curvados hacia arriba, creando una sonrisa torcida de boca cerrada. Sus sonrisas me hacían sentir muy nerviosa, me quedé viéndola por un instante. Un frio entró por mis pies, y como una electricidad, se desprendió por todo mi cuerpo.

Te sientes en peligro, y a la vez, te sientes segura.

Esa vocecita volvió a hacer presencia en el lado oscuro de mi cerebro. La decidí callar por unos segundos, pero había algo que me atemorizaba y era que lo que me decía, era verdad.

Aún no conocía bien a ese chico . No sabía ni qué había hecho para estar solo en ese cuarto encerrado. Pero sus ojos y su sonrisa—aunque era peculiar y tenebrosa—, me hacían sentir segura. Con mucho esfuerzo despegué mis ojos, de los ojos azules de Cass, cerré la ventana con la tapa que era del mismo tamaño, y empecé el camino de ida, dirigiéndome a las escaleras, para ir a la cocina.

El olor a tocino se acumulaba en los pasillos que daban al gran comedor, pasé por el gran comedor, y luego cuando llegué a la cocina me encontré con un señor Faddei sonriente.

—¡Señorita Alex!, ya la echaba de menos ¿Cómo le fue?—se quitó los guantes de cocina y se dirigió a la nevera para abrirla.

—Muy bien, creo—observé como sus manos sacaban una caja de cartón, con un diseño de naranjas en lo que parecía ser un césped.

—¿Cómo qué cree?—hundió sus cejas pero no apartó la vista de la caja de jugo que sostenía en la mano—acaso pasó algo—decidió finalmente darme una leve mirada desafiante.

—No, ¿Cómo cree?, fue un muy buen trabajo. Cass me cayó muy bien—me esforcé en elevar las comisuras de mis labios.

—¿Ah, si?—caminó hasta la estufa y alzó su brazo libre para abrir uno de los cajones que se encontraban arriba, y sacar dos vasos de cristal.

CASS don't let it outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora