Nadie puede saber esto.

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Ya eran las siete, ya había oscurecido por completo y parecía que mientras más tarde se hacía más nevaba. En el patio delantero descansaban dos vehículos, ambos de marca distinta, pero sin perder el modelo moderno; el más bonito que resaltaba muy bien de ellos era un BMW negro, el dueño era un chico de cabello morado y tatuajes en los brazos llamado Clein.

Hasta ahora habían llegado seis invitados y esperábamos dos autos más, ya que los del grupo habían decidido invitar a más personas para que hubiera mayor cantidad de cosas, y al Leyla contarles la mentira sobre que yo era la niñera del chico cada uno había traído una bebida, golosinas y hasta el equipo de sonido; incluso, ya había música en el ambiente que resonaba por toda la mansión.

Todos los invitados que me había presentado Leyla me recordaban a las amistades con la que antes se juntaba la antigua yo. Todos eran de un estilo de espíritu salvaje, los únicos que podría decir que se salvaban de ese aspecto eran: Harper, una chica rubia de rasgos europeos, Zoé, una chica de pelo castaño y ojos del mismo tono, con rasgos asiáticos, y George, un pelirrojo flacuchento que usaba gafas, tenía ojos verdes y era algo tímido, apenas había ladeado su mano para saludarme.

—¿Aún no han llegado?—una chica abrió la puerta para juntarse por un rato con nosotras que teníamos la cabeza apoyada en la misma, su nombre era Brooke, era alta, pelinegra y con las puntas del cabello pintadas de un tinte rojo, haciendo una perfecta combinación con su vestido negro con escote en forma de v. Ella esperaba a su novio que venía en uno de los vehículos, todos ellos eran un grupo de amigos, y se conocían—. Me molesta que tarden demasiado. Yo volveré a entrar chicas, me avisan cuando llegue Noah—así se llamaba su novio. Nos miró y antes de entrar me sonrió con unas palabras que solo me hicieron sonreír avergonzada: —. Oye, no te lo he dicho, pero te ves increíble con ese vestido. Me encanta.

—Gracias—asentí sin perder la sonrisa y ella desapareció por la puerta aún con la sonrisa en sus labios.

Leyla se frotó los brazos por el clima y me sonrió.

—Quiero ver la cara de Ice cuando te vea—su ebriedad se había calmado un poco.

Esta vez no lo había olvidado, él se encontraba dentro de la cocina donde nadie podía entrar hasta que yo lo sacara de allí. Lo había dejado en el comedor pero al llegar los invitados Leyla se había hecho responsable de esconderlo allí. Le había mentido a Leyla indicándole que Ice (Cass) no podía salir porque si no me vería a mí y mi vestido era una sorpresa, y le había indicado a todos los invitados que no podían entrar a ese lugar; aunque luego de pensarlo tanto, en realidad no sabía por qué este plan, ¿por qué escondía a Cass en la cocina si no tenía las esposas puestas? ¿Era por mi sentido de alerta?

Empujé a Leyla.

—Cállate.

—Cállate tú—me devolvió el empujón—. Ese chico se va a enamorar.

—Ya, ya. No estoy interesada en eso—reí y la volví a empujar.

—¿Segura?—me miró, sus ojos funcionaban como unos detectives en los míos.

—Segurísima.

Una iluminación nos llegó a la vista, encandilándonos y sin dejarnos ver nada por un momento, solo la luz amarilla de unos faros de auto. Leyla reaccionó rápidamente al saber que se trataba del coche del novio de su amiga y entró corriendo a la mansión para buscarla.

Otro coche iba detrás del que ya había aparcado cerca de otro vehículo. Tres personas bajaron de uno y dos de otro, eran tres chicas y dos chicos, vestían looks como la imagen del modelo que Leyla había mandado, parecía que iban a un baile de graduación.

CASS don't let it outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora