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Me acomodé en el asiento y miré a Stephan el cual permanecía con los ojos fijados en la pantalla del móvil.

—¿Mucha fila para pagar?—preguntó sin apartar la mirada del aparato.

—Algo—agarré una de las bolsas y la alcé un poco—. Pero compré lo necesario.

—Genial—sonrío él y con una mano sostuvo la primera bolsa para colocarla en los asientos de atrás, hizo lo mismo con las otras, todo eso sin soltar el celular de las manos, aunque ahora viéndome—. ¿Te cortaste?—formalizó la pregunta cuando le entregué la última bolsa y observó mis dedos.

—No, ¿por qué?

—Tienes sangre—afirmó y luego acomodó sus piernas en el asiento, flexionó el torso para agarrar una de las bolsas que reposaban en la parte de atrás, y luego de que dijera: —La bolsa también tiene sangre, ¿con qué te cortaste?—supe que había encontrado una mancha roja impregnada en el plástico blanco.

Empecé a tartamudear al captar que mis nervios ya empezaban a dominar mi cuerpo; mi lengua se enredaba y no sabía qué decir.

Mientras sus ojos me observaban percibía como la duda pasaba por mi cabeza, haciéndome elegir entre la verdad y la mentira, quedando así como cuando un gato acorrala a su presa.

No sabía cómo era Stephan, no sabía cómo podía reaccionar al enterarse que alguien me había tomado por detrás, como si fuera a robarme o peor aún a secuestrarme, y la sangre le pertenecía a esa persona por darle un golpe en la nariz para zafarme. Y al saber que era el ex novio de mi hermana, una persona que se suponía que tenía que estar muerta, se había convertido en nuestro secreto desde esa noche, y podía querer una venganza por lo ocurrido, podía llegar a relacionarse como un peligro. Aunque, quizás, al descubrir que me estaba ayudando con la desaparición de mi hermana entregándome el teléfono que estaba en mi bolsillo y le pertenecía a ella, Stephan podía pensar algo no tan malo.

Entonces aún no sabía qué responder, y ya me había tardado mucho en hablar.

—Yuju—ladeó su mano enfrente de mi cara—. Tierra llamando a Alex, ¿con qué te cortaste?

—Ammm, pues —miré a todos lados menos a sus ojos. No iba a decirle lo que había pensado en ese instante, ya que como había dicho antes no sabía qué era capaz de hacer. Así que sí, aquí regresaba de nuevo con mis mentiras: —. Ni idea, si no me dices enserio que no me doy cuenta.

No dijo nada por un momento y luego preguntó:

—¿Es sarcasmo?

Lo miré fijamente por un segundo y luego volví a alejar la mirada.

—No, ¿por qué lo dices? —dije con los nervios en la garganta porque lo único que pensaba era que me iba a descubrir.

—Por el tono en que hablaste.

—Perdón—titubeé otra vez aunque ahora no se había notado tanto—, ¿hablé como si fuera sarcasmo?

—Sí, un poco—soltó una pequeña risita y eso me hizo sentir un poco avergonzada, ya que no trataba mucho con él, y tampoco lo conocía de mucho tiempo atrás.

—Ay, lo siento—expresé de forma sincera, a veces cuando estaba nerviosa solía hablar de manera diferente a como lo pensaba.

—No, tranquila—volvió a reírse bajito.

—No, en serio lamento tanto que...

—Alex, tranquila, en ningún momento dije algo malo, solo mal entendí el tono de voz—sonrió interrumpiéndome y se acomodó en el asiento colocando las manos en el volante—. No pasa nada.

CASS don't let it outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora