Nueva rutina.

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Desperté gracias al escándalo que provocó la alarma encima de la mesita de noche. Abrí con mucho esfuerzo los ojos y cuando me di cuenta de los rayos de luz que traspasaban la fina tela gris de la cortina y se derretía en el suelo me senté en la cómoda con prisa.

—Mierda el trabajo—me levanté rápidamente de la cama y por el apuro casi caigo de boca ya que se me había enredado el pie derecho en la sábana—maldición—solté al liberarme del agarre de la cobija y me dirigí a la alarma para apagarla.

El aparato indicaba que eran las <<7:00 am>>, al mismo tiempo que veía la alarma mi mente me hacía un breve resumen de mis trabajos anteriores. Rebobiné mis pensamientos y me di cuenta que no era mi vieja habitación, sino mi nueva habitación que era la recámara antigua de la señora Malcolm; y por ende, me di cuenta que ya no trabajaba en la librería para el señor Magnus y que ya trabaja en la mansión Malcolm para el señor Faddei, cuidando de Cass.

Así que no tenía que cumplir la arcaica rutina de hacer el desayuno temprano, arreglarme y salir con prontitud de la casa; mi nueva rutina sería bañarme, acompañar a bañar a Cass, preparar mi desayuno y el de Cass y elegir los días en que Cass podría salir de su habitación.

Me metí en la ducha y me di un baño caliente mientras pensaba en el siguiente paso de mi rutina que proseguía: Acompañar a bañar a Cass.

Salí y me dirigí al armario para colocarme un atuendo sencillo, el cual contaba de una franela blanca, un pantalón negro y unos tenis del mismo color de la franela ya desgastados con la marca "Adidas" calcada en ellos que antes solía usar para entrenar. Eso que había hecho ya era parte de mi vieja rutina, que era: Despertarme temprano, bañarme, cepillarme los dientes y arreglarme para bajar a hacer el desayuno para mí; pero ahora mi nueva rutina contaba con algo nuevo que iba a ser, agarrar la llave de la habitación de Cass, hacerle compañía a Cass mientras se bañaba y preparar su desayuno.

Salí de la habitación y cuando me encaminé hacia el pasillo de las pinturas la única palabra que solté de mi boca fue: Mierda.

Miré hacia el corredor, la puerta del salón de copas, la puerta de la habitación de los huéspedes y el pasillo izquierdo, el cual lo había designado como El pasillo del hospital de terror, gracias a la luz tenue que alumbraba el camino , la puerta de la habitación de Cass, el color de las paredes y las lámparas que colgaban con dificultad de las mismas.

Por un momento se me había olvidado que mi siguiente paso era acompañar a bañar a Cass. Me dirigí a su habitación, tenía otra opción en mente que era bajar a preparar mi desayuno y luego acompañar a que Cass se duchara, pero me di cuenta que sería lo mismo si iba en ese momento o después, así que me dirigía a su habitación obedeciendo todas las órdenes del señor Faddei; actuaba como si él estuviera ahí, me lo imaginaba parado detrás de mí indicándome órdenes que tenía que cumplir, pues ya imaginando eso lograba hacer un mejor trabajo.

Toqué la puerta como él lo indicaba, a un movimiento lento, primero un toque, luego otro y cuando iba a dar el tercero escuché un: ¿Hmmm? proveniente de una voz con disfonía. Quise responder, pero no lo hice, tenía que seguir las reglas de mi trabajo y una de ellas era no establecer conversación con Cass, al menos que fuera necesario. Retrocedí la mano y saqué la llave para abrir la puerta, y en cuanto estaba completamente abierta lo observé.

Estaba de pie a una distancia normal de mí, el matero negro de cabello estaba revuelto como siempre, tenía el mono de ositos un poco bajo y por ende, se podía ver la liga del boxer y su acompañante que era la marca que estaba calcada en el mismo; también se notaba un espacio pálido que estaba en el medio de la liga del boxer y el borde de la franela. De sus manos colgaban las cadenas que iban en conjunto con las esposas que atrapaban sus muñecas.

CASS don't let it outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora