Sentimiento.

41 9 2
                                    

Estaba frente a un asesino, porque ahora sí podía llamarlo así, ya lograba verlo desde un plano diferente; era un asesino y estaba presenciando un crimen que había realizado.

Habían manchas de sangre en la tela de la camisa y gotas carmesí que habían salpicado en su mentón, también sus manos estaban sucias de aquel líquido, así que, volví a rebobinar todo en mi mente:

Él y yo estábamos tan cerca. Yo estaba tan cerca de un asesino que sostenía con un leve esmero mis ojos y sus cejas se ceñían en una gradual preocupación.

Me sentí ahogada en los pequeños centímetros que nos alejaban, yo había contemplado un asesinato, tenía el cargo de testigo y sabía quién era el culpable de realizar tal atrocidad; y aún así, no diría nada acerca del responsable, sin importar qué. Porque esto se había convertido en algo que absolutamente nadie podía saber.

—Yo no hice nada—tomé un segundo para soltar un delgado hilo de aire por la boca. Todo era oscuro, el ambiente, el lugar y el sentimiento que él me transmitía, incluso, creí que en cualquier momento sonreiría o peor aún, se reiría.

Lo único que permitía que ambos nos viéramos sin bajar la cabeza era la tenue luz de la luna, otra que actuaba como testigo en la situación

Él enarcó una ceja tras mi respuesta y supe que eso había sido como un: ¿estás segura? Y lo estaba, así que repliqué:

—Solo la detuve y observé todo.

—Y eso te convierte en mi cómplice—el tono de su voz cambió y la expresión en su cara parecía tomar en serio lo que había ocurrido—. Alex —conocí su voz temblorosa y sentí las yemas de sus dedos tocar mi mano, hasta que le otorgué libertad, y él la apretó con la suya; luego que mi mano estaba segura en la de él, su dedo pulgar se deslizó en el dorso evitando el estremecimiento. Eso se sentía agradable. Ya había soltado la navaja.

No era tonta, sabía perfectamente que ahora aparte de ser su cuidadora, era su cómplice, solo que no quería aceptarlo. Ya lidiaba con la perdida de Ellen, la mentira de Franck, la traición de Connor—que aún me costaba aceptarlo—, y ahora esto, coautora de un asesino.

Recapacité en un pequeño aliento:

—La matamos—percibí la voz tremulante, pero todavía no me sentí capaz de desviar mi mirada de la suya.

—Fue un impulso—sentir que su dedo pulgar seguía sobajeando el dorso de mi mano me daba un poco de tranquilidad.

—La matamos—recalqué después de tragar otro poco de saliva que se aglomeraba en mi paladar.

—Fue un impulso—él repitió en una tonalidad muy baja y pausada. Como un sollozo.

Yo ya solo hablaba por automatismo. Como un androide.

—La matamos—llevé la vista al suelo, ya no me comprendía a mí misma.

—Alex—sentí cómo mi mano quedó libre como la otra, solamente acompañada del álgido aire, y reconocí el tacto en mi barbilla; sí, ahora sus dedos estaban allí—. Pequeña pérdida—me subió la vista con la ayuda de los mismos en la punta de mi barbilla. Y ahora sí que no dejó caer mi mirada ni por un segundo—. Fue un impulso—y volvió a repetir dando otro paso hasta que las puntas de nuestras narices se rozaran.

Me abarcó con la mirada, obteniendo que me ahogara en ella con facilidad, como siempre, y cuando permanecí solo detallando el azul en sus ojos y alcanzando a escuchar mi respiración en medio del viento que se escabullía en los tallos de las plantas del jardín, la otra mano que tenía libre sostuvo el otro lado de mi mentón.

—A veces, es difícil controlar nuestros impulsos. Algunos deben tener límites, pero unos son muy fuertes para detenerlos, y, simplemente, es difícil—su dedo pulgar se acercó hasta tocar la comisura de mi labio inferior y lo dejó allí, aún, desplazándolo en un sutil movimiento circular. Su aliento besó mis labios, tan cerca estábamos, y aunque no era el momento indicado, por dentro deseaba probar esos labios y que no fuera otro maldito sueño; aún sabiendo que eso estaba mal.

CASS don't let it outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora