Un día nuevo parte II.

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El cielo parecía sacado de una película de fantasía, como si en el mismo se escondiera un pequeño mundo donde cada día era invierno. Las nubes andaban lentamente, unas por encima de otras, como algodones ocultando aquella bola gigante y amarilla, que era la responsable de iluminar el día. A pesar de que hacía un poco de sol, la nieve continuaba cayendo sin fin alguno, cubriendo las calles, los autos, los árboles y cada parte de aquel pequeño pueblo.

En la radio del vehículo se reproducía una de mis canciones favoritas, era "Royal de Lorde", sonreí y moví mi cabeza levemente de arriba hacia abajo mientras tarareaba varías partes de la canción. La melodía me hacía recordar los buenos momentos que pasaba con Ellen; aunque eso no me hacía estar del todo triste; mis ojos podían estar un poco nublados debido a las lágrimas que aún no dejaba caer, pero la sonrisa aún permanecía intacta en mi rostro.

—Buen gusto—le obsequié una sonrisa sincera.

—Gracias, es una de mis canciones favoritas—sus ojos buscaron los míos y cuando los encontró, las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba dedicándome una hermosa sonrisa. Me sorprendí con su respuesta y procedí a guiñarle el ojo de manera divertida.

De pronto la canción se empezó a perder, como si se hubiera cambiado la emisora por si sola. Luego volvió a sonar, aunque esta vez el sonido que producía el pequeño aparato electrónico, era estresante e irritable; era como si estuvieran rasgando un pedazo de papel aluminio, o como si el pequeño equipo estuviera dañado.

Realmente era insoportable.

Las cejas de Stephan se hundieron en su frente con intriga y desesperación, y sus ojos se abrieron un poco, mientras observaba la pequeña radio que estaba encajada debajo de los pequeños aparatos que eran responsables del refrescante aire acondicionado.

El gran ventanal del auto que teníamos de frente traspasó esa gran capa gris que se desvanecía fácilmente si la tocabas, y era muy común en el pueblo. Después de pasar la capa, que desapareció sencillamente al sentir el gran objeto invadir parte de ella, nos encontramos con los árboles con aspectos espeluznantes, sacados de una película para no dormir; llegué a pensar que la nieve le quitaría lo terrorífico, pero al contrario daba más temor, como si fuera el panorama perfecto de una película de horror.

La canción que transmitía la radio aún no se entendía.

—Si quieres puedes apagarla—dijo él con el ceño aún fruncido.

Sin pensarlo me incliné un poco en el asiento, extendí la mano y con el dedo índice presioné el botón de apagar. Apenas hice eso el escandaloso sonido desapareció como por arte de magia.

—Mucho mejor—volví a tomar mi postura otra vez.

—Sii, gracias de verdad—hizo un gesto de agradecimiento que me dio mucha gracia. Sin embargo, no me reí, solo fruncí lo labios en un intento de esconder la risa.

Un silencio se apoderó de todo el espacio que había dentro del vehículo; aunque pronto tomó sus maletas y se marchó cuando Stephan habló sacando otro tema de conversación.

—Oye, Alex ¿Crees en los ovnis, alienígenas, naves espaciales y esas cosas?

—¿Por qué la pregunta? —lo miré confundida.

—No lo sé, es que la radio y el clima—fijó su mirada en la vía y presionó el volante con fuerza—. Todo es como lo que pasa al comienzo de un encuentro extraterrestre—cuando notó que lo miraba con cara de "¿Qué demonios le pasa, acaso está loco?", se apresuró a hablar—. No creas que creo en eso, o sea sí, pero...

—Oye, tranquilo, yo también soy así, digo cuando era pequeña siempre investigaba cosas referentes a los alienígenas y sobre la vida en los otros planetas—lo interrumpí.

CASS don't let it outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora