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Palacio de Topkapi.

 

En los aposentos del sultán se encontraba una hermosa pelinegra recostada en la cama del sultán, el cual se encontraba en su escritorio revisando documentos del estado.
La peli negra empieza a despertar siendo lo primero que ve la hermosa vista que ella claramente recordaba, empezó a removerse entre las sábanas ganando así la atención del sultán el cual rápidamente se posicionó a su lado con una pequeña sonrisa.

-Mi ángel, ¿Como te sientes?.- preguntó el sultán.

-Me siento bien, ¿Por qué no me despertó cuando llegamos?.- comentó sentándose en la cama.

-La doctora dijo que tienes que estar en reposo hasta que te sientas mejor.-dijo el sultán sentándose a su lado.- ¿Por qué no me informaste sobre tu estado?.- preguntó mirándola a los ojos

-¿Dónde están mis hijos?.- preguntó la sultana esquivando la mirada y pregunta del sultán.

-Están en los aposentos de mi madre con mis hermanas, Mahidevran y Mústafa.- dijo.- Ahora responde ¿Por qué no me informaste sobre tu situación?.- preguntó el sultán tomando a la fémina suavemente del mentón para que esta lo observara.

-Mi sultán.- dijo la sultana soltando un suspiro y desviando la mirada.- Si le escribí, mis hijos igual, le escribimos al menos una carta por semana informándole todo, incluso mi embarazo.- dijo con aires tristes.- pero siempre fue el mismo resultado.- ahora viéndolo a los ojos.- ninguna carta, ninguna respuesta por parte de usted así que simplemente nos resignamos, las cartas que le enviábamos cada semana se convirtieron en una carta al mes.- mencionó logrando así que el sultán desviara la mirada.- luego una carta cada 3 meses, hasta que simplemente no nos molestábamos en escribirle, y nos enfocamos en la pequeña Hasret.- terminó de decir la sultana ya con sus ojos llorosos, el sultán ni se atrevía a mirar a su mujer a los ojos, la vergüenza lo consumía.

La sultana al ver la falta de respuesta del sultán se puso de pie lentamente.

-Iré a ver a mis hijos, con permiso.- dijo haciendo una reverencia y sin esperar respuesta del sultán salió de los aposentos a pasos lentos, dejando al sultán en la misma posición, permaneció mirando a la nada por algunos minutos luego se paró y dirigió hacia la puerta donde dos Aghas se encontraban.

-Quiero que vayan a donde el mensajero y me traigan todas las cartas que no he visto.- ordenó con voz seria para luego volver a ingresar a sus aposentos.

Pasaron algunos minutos hasta que tocan las puertas de la habitación del sultán.

-Adelante.- dijo con voz un poco fuerte, parándose de su escrito para recibir lo que según el eran las cartas pero se llevó la sorpresa que no era el guardia que estaba ahí, si no Hurrem aquella rusa que el pensaba que lo traía loco.

-Su majestad.- dijo la concubina con una pequeña sonrisa haciendo una reverencia.- Lo extrañé mucho.- dijo acercándose al sultán.

-¿Qué haces aquí?.- dijo el sultán con el ceño fruncido.

-Extrañaba verlo su majestad, el jueves me dejó esperándolo.- mencionó acercándose más al punto en que ya podía tocarlo.- me preparé para usted pero cuando vine me dijeron que no estaba, me preocupe mucho, pensé que le podría pasar algo.- mencionó tratando de abrazar al sultán, lo cual sorpresivamente para la pelirroja, rechazó.

-No te he mandado a llamar Hurrem, tengo cosas que hacer ve devuelta al harrem.- mencionó con la voz ligeramente fuerte, la pelirroja iba a refutar pero las puertas fueron tocadas dando paso al Agha con las cartas.

-Su majestad.- dijo el guardia.- éstas son todas las cartas que no han sido vistas por usted. Mencionó dejando la pila de cartas en el escritorio para luego hacer una reverencia y salir de ahí.
El sultán observó la pila de cartas y soltó un suspiro, volvió su vista al frente viendo a la rusa la cual no se había movido de su lugar.

-¿Que esperas? ¡Devuelta al harem!.- dijo con un tono de voz fuerte, logrando hacía que la pelirroja respingara en su lugar, ella iba a refutar pero la mirada del sultán no daba cabida a una respuesta, se limitó a enviarle una mirada un tanto desilusionada y molesta para luego hacer una reverencia eh irse.

El sultán suspiró cuando la puerta de sus aposentos fueron cerradas, volvió la vista a la pila de cartas, se acercó a su escritorio y procedió a buscar todas las cartas que vinieran del palacio de Çırağan.

En los pasillos iba una muy enojada pelirroja aún indignada con el comportamiento del sultán, al mismo tiempo iba saliendo de los aposentos de la madre sultana la sultana de cabellos como la noche acompañada de sus criadas de confianza y de su hijo mayor.

En medio del pasillo ambas mujeres se cruzan pero la pelirroja ni se inmuta ante la presencia de la sultana lo que causó rabia e indignación al joven príncipe.

-¿Quien te crees que eres para no hacer una reverencia ante nuestra presencia?.- dice el príncipe visiblemente molesto ante la falta de respeto de la favorita de su padre, la pelirroja solo respira profundamente mientras cierra los ojos para luego girarse con una pequeña sonrisa hacia el príncipe.

-Disculpe principe.- dijo haciendo una pequeña  y casi imperceptible reverencia hacia el único hombre ignorando la presencia de la sultana, esto claramente fue una falta de respeto, el joven principe iba a responder pero su madre rápidamente se adelanta.

-Déjame adivinar.- dijo la sultana haciendo que todos los ojos se posarán en ella.- Pelirroja, ojos color esmeralda, aires de suficiencia y falta de respeto y modales, eres Alexandra ¿Cierto? la concubina rusa.- dijo con un dejé de maldad la sultana. La rusa sin duda se sintió ofendida.

-Hurrem, mi nombre es Hurrem, me lo dio su majestad la primera noche que pasé con él.- dijo con aires de suficiencia con la intención de molestar a a la sultana, cosa que no funcionó, pues la sultana soltó una pequeña risita antes de contestar.

-Si claro se me olvidaba.- dijo con una pequeña sonrisa.- Verás Alexandra…- mencionó su nombre con un poco de maldad.- No se como te dijeron que son las cosas aquí, no se si tratas a Mahidevran de igual manera pero déjame decirte algo.- dijo la sultana acercándose lentamente a la pelirroja.- Yo no soy Mahidevran, aquí hay jerarquías que se deben de respetar o si no, se gana un castigo.- no pudo continuar porque la pelirroja la interrumpió

-Su majestad no permitiría qu…- se cortó la pelirroja al ver que la sultana estaba riéndose.

-Su majestad no permitiría ¿que?.- se burló la sultana.- Como iba diciendo, aquí hay jerarquías, aquel que irrespete a alguien en un puesto con más poder recibirá un castigo.- dijo al sultana, la pelirroja tenía intenciones de interrumpirla pero la sultana no lo permitió.- Así que conoce tu lugar, podrás ser la favorita pero no tienes ningún hijo y aunque lo tuvieras no estarías a mi nivel, recuerda algo Alexandra.- dijo la sultana esta vez sin un poco de diversión.-Esclava fuiste, esclava eres y esclava morirás, aunque des a luz una decena de príncipes no quita el hecho de que eres una esclava de este imperio.

-Usted también es una esclava sultana.- dijo la pelirroja mencionando con burla su título, esto solo logró una nítida carcajada de la sultana y una mueca de confusión en la pelirroja.

-No te equivoques Alexandra yo vine aquí por voluntad propia, y continúo aquí por voluntad propia, no porque un grupo de bárbaros me secuestraron y vendieron.- dijo la sultana con una pequeña sonrisa.- No todas somos iguales recuérdalo.- dijo la sultana dándose una vuelta para irse.- Ah.- exclamó girándose.- A la otra que me faltes el respeto yo misma ordenaré tu castigo.- Dijo para darse la vuelta y seguir su camino junto a su hijo y sus fieles acompañantes.

































Espero que les haya gustado este capítulo, la autora tiene muchas ideas brillantes :3
















Créditos: Lissette411 I love you :D

La Sultana MelekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora