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Las cartas tocan la mesa y dos hermosos y fajones desenfrenados sin control salen a relucir, mi salvación pero poco probables, mis deseados par de nueves, cuatro cuerpos de nueves mayor que mis K's y lo mejor de todo mayor que las A's de mi madre

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Las cartas tocan la mesa y dos hermosos y fajones desenfrenados sin control salen a relucir, mi salvación pero poco probables, mis deseados par de nueves, cuatro cuerpos de nueves mayor que mis K's y lo mejor de todo mayor que las A's de mi madre. Mi madre golpea la mesa, todos comienzan a reír y murmurar. Valentina me mira y sonríe, mi madre sostiene su rostro entre sus manos. Miro a Ruggero y este me mira como si yo fuese un pequeño corderito indefenso y él un león hambriento cazando. Mueve sus labios diciendo algo sin emitir voz y entiendo que dice: “Eres mía”.

—Increíble —dice Gastón asombrado— Es usted el primero en ganarle a las dos al mismo tiempo.

—Que no sea de Las Vegas no quiere decir que no sea más o menos bueno en el poker.

—Mi madre me apostó en un juego de póker. Toda una madre ejemplar— río y me levanto, cojo del brazo a Valentina y subimos las escaleras, nos encerramos en mi habitación.

—¡Michael me apostó!— grita emocionada.

—Lo sé, ahora por el bien de las dos tú no debes hacerle caso. El lunes en clase te dará todo tipo de atenciones y tratará de que caigas a sus pies, no lo hagas.

—Si, entiendo... Lo que no entiendo es porque me tapó anoche.

—No pudo contenerse —río— Quiero que vengas mañana.

—Tu cumpleaños, y el de Gastón, él ya me invitó; su novia no estaba muy contenta que digamos.

—Nina importa un purro flácido. Ahora dime ¿Michael te ha contactado o algo?

—No. Aún no, relájate— dice nerviosa.

Relájate tú, querida. Es por esto que yo no me enamoro.

Despido a Valentina en la puerta. Nina y Gastón están viendo una película; me hartan.

Mi madre está hablando por teléfono y sonríe, seguro es Justin ¿Dónde está mi sol? Subo las escaleras y recorro el pasillo, pego el oído a la puerta y escucho que habla por teléfono, susurra así que no entiendo lo que dice. Toco la puerta, él para de hablar y abre a los segundos.

—Tu madre me prohibió dormir contigo mientras ella esté aquí, dice que no le gusta imaginarse a su hija “siendo desplumada como gallina”— se sonroja, no debió citar las palabras exactas de Karol.

—Lo sé, pero ¿Quién dice que vamos a dormir? Vengo por mi porción de besos de esta noche— empujo la puerta y entro conforme él retrocede.

Pego mis labios a los suyos y el néctar que brota debajo de su lengua es exquisito, acaba de comer cerezas. Nuestras bocas compaginan perfectamente, él rodea sus brazos con mi cintura y yo me cuelgo de su cuello, está contra la pared y nos besamos suavemente hasta que el indeseable ruido de mi teléfono nos separa, miro la pantalla; Erick.

—¿Quién es?— pregunta interesado.

—Es Valentina, le pedí que me llamara cuando llegara a casa. Luego le marco— corto la llamada y apago el teléfono.

Mala ItziteryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora