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—¡¡Maldito!!— comienzo a lanzarle palmadas como loca, me levanto del asiento y busco entre la penumbra mi ropa

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—¡¡Maldito!!— comienzo a lanzarle palmadas como loca, me levanto del asiento y busco entre la penumbra mi ropa. Busco la maldita luz interior del auto en el techo pero no tiene, esto debe controlarse desde el volante.

—¿Qué pasa? —dice Ruggero preocupado. Logro alcanzar mi sostén y me lo pongo— Karol ¿Qué hice?

—Cállate, no quiero escuchar tu voz— sigo palpando en la oscuridad buscando mi ropa. En mi búsqueda toco ciertas zonas de Ruggero. Siento algo que no le encuentro forma y me doy cuenta que son los bóxers de Ruggero, los tiro y sigo en mi búsqueda.

—Mi amor...

—¡Mi amor nada! ¡No puedo creer que me hayas hecho esto! ¡¡¿Soy tu maldito payaso o qué?!! Muy divertido tu jueguito, ¿No?— busco su rostro y halo sus mejillas con fuerza.

—¡¿Pero qué hice?!

No le contesto mientras me pongo el vestido, no encontré mis bragas pero eso no va a detener mi salida dramática. Intento abrir la puerta del auto pero no se abre; mierda, olvidé que las había enllavado.

—Abre la puerta— ordeno.

—¿Dónde vas?— me toca la espalda.

—¡Lejos de tí!— me cruzo a la parte delantera y mi trasero casi queda atorado, por suerte está oscuro y no me ve.

—Karol, eres muy rara, te lo juro— dice entre risas, si no salgo de aquí lo voy a matar y volveré a mi status de viuda.

Toqueteo todo lo que tengo enfrente y se enciende el aire acondicionado, la radio, el velocímetro, la bocina, todo menos las puertas.

—¿Dónde está? Mierda— digo mientras sigo toqueteando todo.

—Pero ¿Qué desastre estás haciendo? Por Dios, ¿Qué edad tienes?— se cruza al asiento de adelante, apaga la música, la luz del velocímetro y todo lo demás.

—Treinta y cinco ¡Abre la mal...— me volteo para gritarle y soy recibida con sus labios.

Me sostiene la cabeza con las manos y me presiona su rostro para profundizar el beso y comerme entera. Luego de unos segundos suelta mi boca y yo quedo deseando más.

—¿Ahora me dices por qué estás gritando como desquiciada?— susurra en mis labios y yo estoy embobada.

—¿Te pusiste la ropa?

—Si.

—Entonces sí podemos hablar —retomo lo que queda de mi compostura— ¿Por qué inventaste todo esto de la amnesia?

—¿Qué? No es un invento— bufa.

—¿Y cómo es que recuerdas lo de la frase? ¡Estás jugando conmigo, Ruggero Pasquarelli!

—No —ríe a carcajadas— No digas eso —siento su mano rozando mi mejilla— Karol, en la portada del video de nuestra boda está esa frase, tambien en el reverso de las fotos, en mi anillo de casado, y juraría que en el tuyo tambien... —se acerca y siento su respiración en mi cuello, planta besos húmedos en él y mi piel se eriza— ¿O no?

Mala ItziteryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora