Segunda Temporada de Niña Mal
•ADAPTADA•
"Sentirás que es tu mayor fortuna... Y cuando ya estés dentro, te das cuenta de que es tu mayor perdición"... Erick.
"Su insensibilidad te asombrará más que sus pensamientos"... Nina.
"Desearás matarla pero...
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(DIECISIETE AÑOS DESPUÉS) (El tiempo vuela)
•Itzitery•
—Simón, deja eso ya. Ve a dormir— bostezo.
—Ya voy, mamá. Sólo termino esta— responde mi hijo centrado en la mesa.
Simón pone la última pieza en la cumbre de la torre Eiffel de Lego's que tiene frente a él.
—Ya está— suspiró.
Sonrío y se me viene una idea malévola a la mente. Rodeo la mesa apreciando la obra en la que mi hijo ha estado trabajando las últimas cinco horas. Me parece un poco desperdicio que mañana lo deshaga para crear otra maravilla del mundo. Simón mira su creación satisfecho y saca su teléfono, toma una foto y sonríe.
—¿Y qué pasa si yo hago...esto?— acerco mi mano a la base de la torre.
—¡No!— grita.
Me detengo antes de golpearla, no soy tan malvada.
—Ve a dormirte— le ordeno.
Simón se levanta y sube las escaleras, sé que no irá a dormir. Luego de tomarme una taza de té, subo silenciosamente por las escaleras y escucho por su puerta. Él está riendo carcajadas y hablando, seguro está al teléfono. Es el chico más sociable y extrovertido que conozco.
—Simón, hijo del amor apasionado, cuelga ese teléfono y duérmete— doy un golpe suave en su puerta y entro a mi habitación.
Ruggero está dormido, últimamente ha decidido que no usará ropa para dormir. Me recuesto a su lado y cierro mis ojos, ha sido un día cansado, y mañana lo será también. Amanece y me levanto a preparar el desayuno, Ruggero se está bañando ya, y seguramente Simón tambien. Les preparo el desayuno y los espero en la mesa. Ambos bajan de las escaleras hablando.
—Buenos días— Ruggero me da un beso suave en los labios.
—Hola ma— Simón me suena un beso en el oído.
—Pancakes para Simón y cereal para Ruggero— anuncio.
Ruggero y Simón quedan viendo la comida con mala cara. Simón y Ruggero toman su plato y lo intercambian.
—Juro que mañana no me equivocaré— prometo.
—Eso dijiste ayer— murmura Ruggero con la boca llena.
—Pues si no te gusta lo que hago usa tus manitos en la cocina como las usas en la cama— refunfuño.
—Eso no quería escucharlo— Simón presiona sus ojos.
