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SEBASTIÁN

Después de tantas dudas entre si llamar o no. Lo terminé haciendo.

¿Hola?.— era una voz femenina, me resultaba bastante familiar.

— Hola, habló para ver lo de mi auto. Dejaron una nota con este número.—

Ahm... Si. Yo, de verdad lo lamento mucho. Fue un accidente.— suspiré.— Me haré cargo de los gastos, lo prometo.—

— Si, gracias. ¿Será posible reunirnos en un punto?.— sugerí.

Claro. ¿Dónde sugieres?.—

— Hay una cafetería enfrente de un parque que es muy conocido...—

Existen varios parques conocidos y casi todos tienen cafeterías enfrente.—

Me abofeteé mentalmente.

— Tienes razón, lo siento. Entonces mandaré la ubicación a este número ¿Esta bien?.—

Si, claro.—

— Ok, ¿Te parece si quedamos en una hora?.—

— Me parece bien.—

Colgué la llamada.
Busqué un lugar que no me quedará tan lejos, no sabía dónde vivía la persona que había chocado mi auto así que posiblemente se haga más tiempo.
Una vez que envié la ubicación, me fuí a mi habitación a cambiarme.

Cuando ya era hora de salir, tomé mis cosas y salí de mi apartamento.
Me tomó como veinte minutos llegar al lugar. Me asignaron una mesa, le dije a la mesera que aún no tomara mi orden porque estaba esperando a alguien.

Mientras esperaba le envié un mensaje a mi hermana para saber si estaba bien, ella me respondió que si y ya estaba más tranquilo.
Pasó la hora que habíamos acordado y está persona no llegaba. Esperé otros cinco minutos y nada.
Levanté la vista de mi celular, una pequeña sonrisa se me dibujó en el rostro cuando ví que Andrea llegó.
Ella también se dió cuenta de mi presencia y al verme rió negando con la cabeza.

— No puedo creer que estés aquí.— expresó.— ¿Me estás siguiendo?.—

— ¿Yo? ¿Siguiéndote? Para nada.— respondí.— Más bien la que me sigue es alguien más. Ya hasta me siento acosado.—

Rió.

— ¿Qué haces aquí?.— me preguntó.

— Estoy esperando a alguien.—

— Oh, ¿Una cita?.—

— Ojalá fuera eso, me quedé de ver con alguien que chocó mi auto.— apenas escuchó eso y su expresión cambió.

— ¿El coche era tuyo?.—

Asentí.— Lo llevaba un amigo que quería ir al estadio, casi siempre se lo presto.—

Se sentó en la silla frente a mi. Se le veía nerviosa.

— Yo golpeé tu auto.— confesó.

— ¿Es broma, no?.— ella negó.

Lo que nos faltaba, ella fue la responsable.

— Aunque no fuí yo, fue mi mejor amigo. Es futbolista igual que tú, se nos estaba haciendo tarde y pues... chocamos en tu auto.— dijo.— Como no podíamos hacer mucho en ese momento, decidí dejar una nota.—

𝘿𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙞𝙙𝙤𝙨/ 𝐒𝐞𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚́𝐧 𝐂𝐨́𝐫𝐝𝐨𝐯𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora