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SEBASTIÁN

Tenía varios sentimientos encontrados, ni siquiera estaba prestando atención a lo que Jorge me estaba contando. Mi vista estaba dirigida en Andrea siendo abrazada por Edson. Se les veía muy cómodos, hasta parecía que olvidó todo lo que él le hizo. ¿O realmente no habían terminado? Se escuchó muy segura cuando me lo contó en el hospital o tal vez me lo dijo en ese momento para no alterarme más... pero ¿Qué ganaba con mentirme?

Es más, ni yo sé porqué me incómoda que lo haya hecho. A mí me da igual que hace o no con su vida. Ella decide con quién quiere estar, yo intenté ayudarla y hacerle ver que tenía a un imbécil como novio pero si ella no lo cree así, es su problema.

Todo eso se quedó en mis pensamientos porque apenas ví que se alejó del grupo donde estaba, decidí seguirla. ¿Para qué? No sé, tal vez una explicación. La cual no puedo exigir porque solo somos amigos.

— Ahora vengo.— avisé a Jorge.

Este me miró extrañado por mi acción repentina.

— ¿Pasó algo?.— me preguntó.

— No, no, solo iré al baño.— excuse.

— Wey, me espantas, lo dijiste muy serio.—

Ya no le respondí para alejarme y dirigirme con ella. Lástima que mi plan fue arruinado de último momento porque un amigo del club de Santos se acercó a mí comenzó a hacerme la plática. Por más que la busqué, ya no estaba.

La noche fue pasando. Las bromas de Jorge me hacían distraerme y dejar de pensar en Andrea pasándola tan bien a lado de la persona que se supone que era su ex.
Pero ¿Por qué me preocupo yo por eso?
Me dirigí al baño para hacer mis necesidades humanas. Lave mis manos, pasé mis dedos por mi cabello para peinarlo un poco. Me sequé las manos mientas caminaba hacia la salida ya que el bote de basura se encontraba en aquella dirección.
Iba con la mirada baja hasta que me detuve de golpe y pude ver qué la persona de enfrente imitó mi acción. Conectamos nuestras miradas: vaya, realmente extrañaba esos ojos.

Ahí estábamos, mirándonos fijamente, después de mucho tiempo de no hacerlo. ¿Me incomodaba? Para nada. ¿Se sentía diferente? Absolutamente.

— Hola — tomé la iniciativa.

— Hola — me sonrió.

— Tanto tiempo — expresé nervioso.

— Solo ha pasado una semana, no es mucho tiempo — respondió.

Sonreí inconcientemente. Aunque ella no lo crea pero extrañaba sus respuestas llenas de sarcasmo. Extrañaba conversar con ella y ahora que tengo la oportunidad de hacerlo no pienso desaprovecharla.

— ¿Te gustaría ir a un lugar tranquilo? A platicar y también descansar un poco de tanta gente — sugerí.

Asintió.

Caminamos por el pasillo hasta llegar a una zona un poco más privada. No pasaba gente por ahí, solo éramos ella y yo.
No voy a negarlo, el ambiente se sentía un poco incómodo al principio. Estábamos actuando como dos como si fuéramos dos completos desconocidos y era la primera vez que convivíamos.

Ella observa la decoración del lugar. No era un sitio tan antiguo pero en la habitación en la que estábamos había varios objetos como de la era renacentista, supongo. La realidad es que no conozco mucho de historia pero al parecer Andrea si porque apreciaba cada una de ella.
Mientras que yo, la observaba a ella. Ese vestido rosado que traía puesto estaba volviéndome loco, lo lucía a la perfección. Su color de piel resaltaba mucho más y su estado de concentración la hacía ver aún más hermosa.
Decidí desviar mi vista antes de que ella se percatara.

𝘿𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙞𝙙𝙤𝙨/ 𝐒𝐞𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚́𝐧 𝐂𝐨́𝐫𝐝𝐨𝐯𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora