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horas antes.

SEBASTIÁN.

Esperaba en las llegadas nacionales del aeropuerto. Llevaba un par de minutos, aunque aún dentro del parámetro.
Después de unos minutos más finalmente llegó la persona que estaba esperando. Al verme su rostro dibujó una sonrisa, se acercó a mi para abrazarme.

Yo también la había extrañado mucho.

Nos separamos.— Me da mucho gusto verte.

— Igual a mí.— respondí.

Era momento de irnos. Nos dirigimos hacia el estacionamiento, ayudé con su maleta y la subí a la cajuela.
Íbamos de camino hacia el hotel donde se quedaría. Durante el camino veníamos platicando.

— ¿Cómo te sientes?.— me preguntó.

— Me siento tranquilo.

— Ajá, si, dame la respuesta real.

— Odio que me conozcas demasiado.— rió.— En verdad agradezco que estés aquí.

— No iba a dejarte solo en esto.

Seguí conduciendo hasta llegar al centro comercial. Necesitaba hacer unas compras antes de encontrarme con Andrea.
Nos encontrábamos en una tienda, terminé de realizar mi compra para poder llegar al hotel. Ivanna se hospedaría ahí mismo, solo que un par de pisos más abajo que nosotros.

Al llegar a la habitación, me encontré con Andy muy concentrada viendo la televisión. Me acerqué a ella y le dejé un beso en su cabeza, se limitó a verme.

— Me daré un baño preciosa.— dije. Solo asintió.

Salí del baño lo más pronto posible para darle tiempo a mi novia para que se arreglara sin prisas.
Mientras me abotonaba la camisa pensaba en lo que estaba por hacer en un rato. Había planeado algo tan especial para Andrea, porque ella se lo merecía y quería darle aún más.

Recordé el día que venía en el auto con mi hermana, donde vimos a un chico que le entregaba un ramo de flores a su novia, y sus palabras diciéndome que cuando yo encontrará a la persona indicada haría ese tipo de detalles o incluso hasta más.

Fernanda no se equivocó en lo que me dijo, pues había encontrado a la persona indicada que sacará mi lado romántico que tanto tiempo había estado guardando.

Andrea es la indicada.

Miré mi celular, era momento de salir.

— ¿Estás lista mi amor?.— pregunté.

— Si.

— Bien, vámonos.

Salimos del hotel. Durante el camino no dijimos nada. Yo estaba que me moría de nervios por dentro y mientras más nos acercábamos al lugar, más crecían.

Una vez que nos estacionamos, la ayudé con su puerta, nos tomamos de la mano y nos adentramos al lugar. Me alegre al que nuestros amigos estaban ahí, también al ver la decoración del lugar era justo como quería que fuera. Parecía que todo iba a salir de maravilla.
Estábamos con Jorge y Linda, pero me detuve que separar para atender una llamada. Era algo importante y no lo podía dejar pasar.

— ¿Problemas?.— escuché atrás de mi después de colgar.

— No, para nada. Eran los papás de Andy, estarán aquí dentro de poco.

𝘿𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙞𝙙𝙤𝙨/ 𝐒𝐞𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚́𝐧 𝐂𝐨́𝐫𝐝𝐨𝐯𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora