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SEBASTIÁN

Fernanda y yo hacíamos limpieza de la casa. Designamos un día para hacerla y estaba vez tocó el miércoles, así ya no tenía que preocuparme para cuándo me vaya de viaje a Monterrey con el club.
Esta vez no esperé a mi hermana, decidí empezar antes porque tenía planeado salir.
Se terminó despertando como a las 12:30, pero al menos ya había adelantado. Ella se encontraba acomodando las fotos que tenía en una pequeña mesa casi entrando, mientras que yo estaba en el cuarto de lavandería.

Miré mi reloj y eran cerca de las tres de la tarde. Apenas si me daba tiempo de bañarme y vestirme. Salí envuelto en una toalla en la parte baja, me encaminé a mi closet para escoger que ponerme aunque las opciones no eran tan variadas ya que mi ropa es prácticamente la misma.
Terminé por colocar mi reloj y agarrar mi celular junto con mi cartera.

— ¿A dónde?. — preguntó mi hermana.

— Por ahí.

— ¿Y con el permiso de quién?.

— Con el mío.

— Ah mira, al menos dime con quién vas a salir. — insistió.

— Que pesada Fer, por qué siempre quieres saberlo todo. — contesté.

— ¿Vas a salir con alguien, verdad?. — evadió mi pregunta completamente. Comenzó a sonreír de forma pícara, como cuando tus amigos te molestan cada que vez a la persona que te gusta — Paquito tiene una cita.

Rodé los ojos. Insiste en llamarme así.

— ¿Quién es? ¿Ivanna? ¿Andrea?. — al escuchar el último nombre no pude evitar sonreír a lo bajo. Es como si mi cuerpo tuviera una reacción cada que escucha su nombre — Lo sabía, te gusta Andrea.

— ¿Por qué eres tan metiche?.

— Me equivoqué, lo que sientes es mucho más grande. Ay Sebastián, te estás enamorando de ella. — siguió molestándome.

El enamorarse es un sentimiento bastante fuerte. Si, me gusta Andrea pero no podía decir que estaba enamorado de ella o al menos por ahora.

— Te explico todo después, ahora tengo que irme. — le dí un beso en la frente y salí del departamento.

Una vez en el auto, coloqué la dirección del trabajo de Andrea. Camino para allá iba pensando en que plan podríamos hacer, me detuve en un semáforo cuando ví pasar a un chico que estaba vendiendo flores; rosas para ser específicos.

Bajé el cristal cuando lo ví pasar a lado de mi auto, le pregunté cuánto costaba una rosa y el precio estaba bastante accesible. Tomé dinero de mi bolsillo del pantalón para dárselo a cambio de una rosa roja.
El semáforo se puso en verde y seguí con mi camino hasta llegar al trabajo de Andrea.

En la recepción pregunté por ella. Me dijeron que su hora de salida estaba cerca. Le pedí si me dejaba pasar porque quería darle una sorpresa, al principio no estaba muy convencida pero al ver qué traía la rosa en mi mano me dejó pasar.
Al parecer el ser romántico tiene sus beneficios.
Me indicó en qué piso bajarme y hacia que dirección debía caminar. Seguí sus instrucciones al pie de la letra hasta llegar a su área.

Estaba completamente concentrada mirando su computadora, no me canso de decir que Andrea es hermosa pero ese toque de concentración la hacía ver aún más. Aproveché que se levantó de su silla para buscar algo en el mueble que tenía detrás para ir a si pequeña oficina.

𝘿𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙞𝙙𝙤𝙨/ 𝐒𝐞𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚́𝐧 𝐂𝐨́𝐫𝐝𝐨𝐯𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora