Blackjack, Reina {A #2}

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Capítulo 1. Madness.

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Catania, Italia.

Segundo mes de Madness...

Vivir con Matteo no ha sido precisamente la mejor de las experiencias del mundo, pero me es más llevadero porque él nunca está en la mansión. Ahora está enfocado en conseguir los antiguos inmobiliarios que pertenecían al ruso, que desde que cayó la Bratva, han estado en venta.

Uno de los inmuebles que fue más demandado entre los posibles compradores, fue el Hotel y casino Bellagio. Hablo en pasado porque no hace mucho que Matteo ha empezado el trámite para poder comprarlo.

Con respecto a Céline, no sé en donde está.

Cuando aparecí aquí, ella no estaba conmigo. Curiosa por su paradero, le pregunté una centésima de veces al falso pelirrojo -de nombre Erick- por ella, pero todas las veces que le pregunté, él dijo que no me diría nada. No me quedó otra que amenazarlo con contarle a Matteo lo mano floja que es. Finalmente, este aceptó y me dijo que, en cuanto ella subió al helicóptero conmigo inconsciente, la empujaron de él y la dejaron varada en medio de la nada.

Desde entonces ni lo miro.

Para mi él está a solo un par de escalones de camino a ser la misma escoria que Matteo.

Entrando en otro tema que se podría decir que es mi punto débil, nunca podré olvidar que la primera vez que pisé la mansión Denaro, lo primero que hizo Matteo fue obligarme a ir a una clínica para que se me practique un aborto. Según él, la descendencia de Aleksandr solo traería problemas a su casa.

En ese momento todavía tenía un poco de confianza en Lina y en que ella haría algo para detenerlo, pero solo bajó la cabeza y dijo que, si quería tener un hijo, Matteo podría darme otro.

Mi corazón se rompió en cientos de pedazos.

Estaba atrapada con un verdugo, sin el amor de nadie, y por la única persona que me mantenía fuerte y por la cual pensaba en frío, iba a morir.

Obviamente me negué y peleé por mi bebé con Matteo. A él no le importó mi palabra y continuó con el trámite, hasta que el miedo fue tanto que amenacé a Matteo que, de obligarme a abortar, me mataría. Lo que hice puede sonar como una idiotez, pero sentía que ese feto era la única persona que podría amarme de verdad.

Sorpresivamente y para mi buena suerte, Lina y él tenían un trato que solo mantenía su vigencia mientras yo estuviese viva, así que a toda costa yo debía estar respirando.

Los suaves balbuceos de Madness me vuelven a la realidad, recordándome en lo que estoy.

Termino de tomar la almohada especial que uso para amamantarla y la pongo encima de la cama, y de paso también acomodo el lugar en el que siempre suelo hacerlo. Para calmarla en lo que termino, empiezo a hablarle, llamando su atención y haciendo que poco a poco se calme.