♥ · Capítulo 12 · ♥

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Capítulo 12

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Capítulo 12. Lo siento.

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Pov's Becka Foster

El dinero mueve el mundo, ¿Sabes? Tanto así que es capaz de hacer que tus progenitores te vendan para conseguirlo.

Se supone que ellos eran "mi familia" y que su deber era protegerme, pero resultó que "familia" es una palabra que, si la medimos con las acciones de Paul, Beatrice, Franco y Lina, les queda bastante grande.

Lamentablemente para mí, aparte de haber sido engañada dos veces antes, volví a caer como tonta en cada una de las mentiras de mis verdaderos progenitores.

A ellos les creí con los ojos cerrados, les confié mi vida y la de mi hija también, pero nada de eso pareció importar en verdad. Había depositado mi vida en sus manos, pero un bolso con medio millón de dólares dentro y el sentimiento de "protección" contra enemigos de los que fácilmente podíamos huir, valió más que eso.

Levanto mi cabeza un poco, siendo solamente capaz de divisar la puerta que hay a unos pocos metros de mí. Sacudo la cabeza un poco para intentar espabilarme, pero el cansancio y el mareo siguen estando presentes, imposibilitándome una visión correcta del panorama en el que me encuentro.

Pienso quedarme recostada hasta que todo se me pase, pero me veo obligada a sentarme cuando siento humedad en mi nariz. Al sentarme esta empieza a gotearme, y no sé si es agua o sangre, pero teniendo en cuenta el dolor que siento y los golpes que recibí, me inclino más por la sangre.

Me sostengo la cabeza con las manos y aprieto lo ojos, intentando evitar que las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos se detengan, pero todo es en vano. Lágrimas saladas abandonan mis ojos a montones y hacen picar varios de los rasguños que hay en mi rostro.

Seco las lágrimas como puedo, y una vez que lo he hecho, intento ponerme de pie para ir a ver los alrededores de donde me encuentro y así buscar una manera de escapar, cuando algo de lo que recién me percato de su existencia me lo impide.

Es una cadena.

Una cadena que está sosteniéndome del cuello, como si fuera un animal.

Coloco mis manos en el collar de metal, confusa, mientras intento recordar qué pasó más allá de los golpes, cuando la puerta se abre. Como soy incapaz de ver claramente mucho más por delante del sobresaliente de mi nariz, cierro los ojos y espero a la llegada de mi captor.

Tal vez no sea la mejor opción, pero es la única que tengo.

No sé quién es él, pero a juzgar por la potestad con que les hablaba a todos en el Bellagio -e incluso a Matteo- supondré que es la punta de la pirámide de toda esta mierda.

Los pasos del desconocido, suaves pero firmes, se van acercando a mí, sin prisa, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Una vez que el hombre ha llegado a mi lado, entreabro los ojos y un par de ojos cafés me devuelven la mirada. Lo único que puedo ver en ellos es indiferencia y frialdad.

Blackjack, Reina  {A #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora