♣ · Capítulo 21 · ♣

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Capítulo 21

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Capítulo 21. Segundas oportunidades.

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Como si cada vez que pensaran en ella Madness fuera invocada, la pelinegra aparece por la puerta con una sonrisa deslumbrante en su rostro y con la medalla en mano.

—Ya la tengo. Me tomo mucho tiempo bajarla de mi vitrina de trofeos.

Tomo la medalla que me tiende Madness y sonrío, viéndola. Es preciosa, como ella.

—Eso es, mi niña. Eres una campeona —murmuro mientras la abrazo, para luego depositar un beso suave en su cabeza.

A pesar del encierro junto al monstruo de Matteo, a pesar de las malas noches y de los malos tratos, Madness encontró en el ballet un refugio. Cuando me aparto de ella, tomo una bocanada de aire y hablo.

—Así que esta es tu habitación.

Madness mira a su alrededor, como si estuviera orgullosa de lo que ve y, luego, levanta la cabeza y me sonríe, mostrándome sus pequeños dientes de leche.

—Si, ¿Te gusta? Tiene unicornios morados y flores negras en las paredes. Las pintó el señor monstruo bonito para mí.

—¿Y quién es ese tal "Señor monstruo bonito"? Me gustaría conocerlo.

—Es Aleksandr —me informa Rhett, restregándome en la cara que el ruso se lleve tan bien con Madness.

—Bien, eso fue un gesto muy bonito de su parte. ¿Se lo agradeciste? —ella asiente—. Muy bien, ¿Por qué no me esperas en la sala? Necesito hacer un par de cosas antes de ir.

—Vale —le extiendo la medalla y ella la toma y sale corriendo en dirección al pasillo. Segundos después la escucho subir unos escalones de manera desordenada.

Los segundos pasan y yo no hablo, sino que espero a que Rhett suelte lo que sea que tenga atascado en la garganta desde hace un buen rato. Finalmente, él habla.

—Sabes que nunca vas a librarte de Alek...

—No soy de su propiedad y él está claro en eso.

—No si te quieres llevar a Madness contigo, que es lo único que le importa y por lo único que estás aquí —él completa la oración.

Aunque me encantaría decir que no me dolió, las palabras de Rhett dieron en un punto clave dentro de mí.

—Aleksandr no lleva una vida como para tener una hija a su cargo.

—¿Y tú sí? Desde ahora en adelante eres prófuga de la ley —una vez más Rhett vuelve a callarme la boca—. Y en todo caso, ¿Qué pasaría con Aleksandr?

—No me interesa.

—No te hagas la insensible, Becka. No te queda. Ninguno de los dos sabemos lo que pasó en esa comisaría para que volviera así y tú haciéndote la que te vale para mantener una mentira que solo te engaña a ti.

Blackjack, Reina  {A #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora