♥ · Capítulo 4 · ♥

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Capítulo 4

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Capítulo 4. Donde todo empezó II.

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El sonido de mis tacones contra el mármol del suelo del casino llama la atención de varios de los huéspedes y empelados que hay en la recepción, causando que, una vez que se hayan vuelto a mirarme, no me quiten el ojo de encima.

Luego de haber echado un vistazo rápido a las partes visibles del casino por debajo del gran sombrero que cubre mi cabeza, bajo la mirada al suelo -a petición de Matteo, que me ordenó que me cubriera en todo momento-, aprieto suavemente la mano de Madness y acelero el paso, poniéndome a la par del andar de los demás, pero también teniendo el cuidado especial de no arrastrar a Madness por el brazo.

Cada esquina de este lugar me llena de recuerdos.

Una vez que entramos todos en el ascensor, logro ver el rostro de Madness por primera vez desde que pisamos el edificio. Esta mira a sus lados con una gran sonrisa en la cara, maravillada por el lujo atrayente del casino. Siguiendo su mirada fuera del ascensor, me topo con el restaurante que da justo frente al ascensor en que estamos.

—¿Podemos ir por allí? —pregunta Madness antes de que las puertas del ascensor se cierren frente a nosotras.

Miro a Madness con el ceño fruncido, preguntándome por qué su repentino interés por ir a lugares públicos, pues odia la interacción con personas desconocidas. Antes de que pueda responderle, el hombre a mi lado habla.

—No tienes porqué ir. Se te llevará la comida a tu habitación.

La respuesta de Matteo no parece hacer feliz a Madness, que alza su cabeza para mirarme mientras hace un puchero.

—Pero yo quiero ir.

Arreglo el lazo negro que se encuentra sosteniendo su cabellera y sonrío suavemente, sintiendo la mirada intensa de Matteo en mí a través de los espejos del ascensor.

—Ya tu padre habló.

Madness no parece feliz por el veredicto que le he dado, pero no dice nada más y baja la mirada al suelo. Sé lo que está haciendo. Está manipulando al castaño sin decir ninguna palabra y, al parecer, está funcionando.

Matteo mira a la pelinegra de reojo varias veces, supongo que cuestionando sus últimas acciones y dureza con ella. Pero a pesar de que obviamente no es totalmente indiferente a sus actos, en ningún momento le da el permiso de ir al restaurante o al menos le pide disculpas por haberla golpeado, aunque cuando se abren las puertas del ascensor en el último piso, es él quien la toma de la mano. Nuevamente Madness no es feliz con la decisión del italiano, pero de igual manera no dice o hace nada.

Ahora le teme.

Mientras más nos acercamos a la habitación en la que nos hospedaremos, más y más recuerdos empiezan a asaltarme. Uno de ellos es cuando subí por primera vez con Aleksandr aquí. Aquella vez de la prueba.

Blackjack, Reina  {A #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora