♥ · Capítulo 30 · ♥

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Capítulo 30

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Capítulo 30. Ella.

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—¿Te vas a ir tan rápido?

Vuelvo mi cabeza hacia Aleksandr, sin llegar a voltear mi cuerpo completamente, y niego.

—Pensé que estabas dormido.

—Estaba descansando los ojos —me corrige, sentándose en el mueble—. ¿Vienes?

Lo miro, dubitativa, pero al final termino accediendo. Antes de ir con él, me aseguro de haber cerrado la puerta con seguro, y cuando ya lo he hecho, empiezo a dirigirme hacia Aleksandr a paso lento. Me detengo delante suyo y, aprovechando que no hago ningún otro movimiento, él extiende sus brazos hacia mí, tomándome por la cintura para atraerme hacia su cuerpo y así sentarme encima de él.

El ruso me sostiene por la cintura con firmeza mientras me posiciona de una manera en la que quedo justamente encima de su hombría, pero a la vez en una posición que no es molesta para ninguno de los dos.

—Entonces... —empiezo mientras coloco una de mis manos sobre su hombro sano.

Aleksandr acerca su nariz a mi cuello, curioso por el olor que desprendo, entonces siento una sonrisa deslizarse sobre sus labios.

—¿Vainilla? —asiento. Aleksandr roza la piel sensible de mi cuello ahora con sus labios, y yo lo dejo, incluso facilitándole el trabajo al acercarme más a él. A pesar de que el deseo que siento es más que obvio, Aleksandr no lleva las cosas al siguiente nivel—. ¿Por qué viniste?

Me encojo de hombros mientras me arreglo los mechones de cabello que se escapan de la cola alta que tengo.

—No estoy segura, solo vine.

Aleksandr desliza sus manos desde mi cintura hasta mi trasero, y luego aprieta suavemente mis nalgas contra su cuerpo, estimulándose conmigo.

—En ese caso me siento en necesidad de hacer que no te arrepientas de haber venido.

Las manos de Aleksandr aprietan más mi trasero, ejerciendo un poco más de presión sobre mi cuerpo y haciéndome sentir así casi en su total plenitud su miembro. Empiezo a balancearme de adelante hacia atrás, sujetándome únicamente del hombro bueno del ruso, cuando de la nada Aleksandr atrapa mi boca con la suya. Acepto el beso, gustosa, deleitándome con el ritmo deliciosamente lento con el que él me besa, como si disfrutara del sabor de mi boca.

Poco a poco siento la erección de Aleksandr crecer dentro de sus pantalones y ser presionada por él mismo contra mi punto más sensible, causando que mis pantis se humedezcan ante la constante fricción de su pene contra mi vagina.

Separo mi boca de la suya para tomar algo de aire, y mientras recupero el aliento, tomo el labio inferior de Aleksandr entre mis dientes y empiezo a mordisquearlo. Gimo cuando siento que Aleksandr nuevamente me aprieta el trasero y restriega mi sexo contra su hombría, pero esta vez con más fuerza.

Blackjack, Reina  {A #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora