Un nuevo comienzo

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Después de que Elliot miró por un instante a Any, siguió su camino, no dijo nada ni saludó a las recepcionistas. Any no quiso voltear para ver que más hacía o a donde iba. No quiso parecer chismosa, ya que estaba en espera de la resolución de la entrevista. Así que se apresuró a salir del edificio lo más rápido que pudo.

Al llegar a la universidad, se encontró con sus amigas, las cuales enseguida le preguntaron por su entrevista de trabajo.

Bien, cuéntanos como te fue —pidió Lucy.

—Pues bien, eso creo. —Se encogió de hombros—. Me pareció que si le agradé a la chica que me entrevistó, pero dijo que me llamaría después para confirmar si soy la indicada.

—¡Uf! Eso me suena a que no te llamará.

—Cállate, Brenda, no seas agua fiestas.

—Pues así dicen cuando no les agrada alguien, eso hacen en lugar de decirte "no te queremos, chao".

—¡Ay, Brenda!

Any se tornó seria y cabizbaja por el comentario de su amiga. Lucy le dio un codazo a Brenda al ver el desánimo de Any.

—Lo lamento, Any, no quise ser grosera. Es que así me pasó un par de veces. Por eso lo dije. No debí, lo siento.

—No hay problema, no voy a desanimarme, ni ilusionarme, ya veremos qué pasa —dijo Any y mostró una media sonrisa.

Al llegar a casa, después de clases, Any estaba en el sofá, pensativa. Recordaba a ese tal Elliot y por qué Rosy no le había mencionado nada del grupo musical durante la entrevista, eso le parecía raro.

Cuando las dos amigas se sentaron junto a Any en la sala, ella de repente habló—. Hay algo que no les he dicho, de hoy. —Hizo una pausa, miró a las dos chicas y les sonrío—. Vi a Elliot.

Brenda esta vez sí escupió su bebida, lo que provocó una carcajada en Any—. ¿Estás jugando, cierto? —preguntó la chica y sus grandes ojos cafés se abrieron aún más.

—Para nada. Lo vi antes de salir del edificio. El entró al lugar. Estoy segura de que era él.

—¡Guau! Que genial —dijo Lucy con emoción.

—No puede ser, no puede ser. ¿Por qué no te acompañé? —habló Brenda, fingiendo llorar—. De ahora en adelante te voy a acompañar a todas tus entrevistas, es más, si te contratan te voy a acompañar a trabajar.

Las tres rieron por el comentario de Brenda.

—No sé cómo puede gustarte, es el típico estrella de rock que cree que la vida no lo merece. Cuando entró ni siquiera saludó a las chicas de recepción. Me parece una grosería.

—Tal vez es porque las ve a diario —sugirió Lucy.

—No creo, y si así fuera, por educación debería saludar.

—Como sea, el hombre es un bombón y punto. Lo que creo es que estás enojada porque no te saludó a ti.

—No digas tonterías, Brenda, no quería que me saludara. Además, si me miró y me sonrió —dijo Any, con un gesto de triunfo.

—¿Que? —preguntó Brenda, incrédula.

—Así es, pero eso fue todo.

—¡Ay, no! Me muero. Que hombre. Yo me hubiera derretido si me pasa eso.

—Pues tal vez por eso no te pasa —comentó Lucy—. Any si tiene auto control. Si hubieras sido tú, te le hubieras lanzado al chico y te llevarían presa.

Canción De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora