Un nuevo reto

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Una mañana, Rosy, quien había vuelto al trabajo un par de semanas después de tener al bebé, le pidió a Any hablar en privado en su oficina.

—Te tengo una noticia importante —comentó, visiblemente contenta.

—¿Qué sucede? —preguntó Any, un poco intrigada, luego de tomar asiento en la silla frente a Rosy.

—Voy a irme —respondió sin más.

—¿Qué? ¿A dónde?

—Any, ahora que por fin tengo a mi lindo niño conmigo quiero pasar el mayor tiempo que pueda junto a él. Así que voy a irme de Star. Voy a dejar el puesto.

—¡Vaya! —comentó Any, sorprendida.

—Quiero estar de tiempo completo con mi bebé, con mi familia.

—Claro. Comprendo. ¿Y quién va a ocupar tu lugar?

—Por supuesto que tú —dijo, sonriendo, y como si fuera lo más obvio.

Pero Any tampoco se esperaba eso.

—¡¿Qué?!

—Sí. Ya hablé con los chicos, con Robert, con todo el que había que hablar y están de acuerdo.

—Vaya, Rosy, no sé qué decir.

—No hace falta decir nada, confío en ti. Te has desempeñado muy bien desde que llegaste aquí. Y ya conoces todos los procesos. Puedes hacerlo.

Any sonrió, estaba agradecida, pero también muy nerviosa. A partir de ahora ocuparía el lugar de Rosy y tendría más responsabilidades.

—Te agradezco mucho. Por confiar en mí y por la oportunidad. Y me alegro de que puedas estar con tu familia, como siempre lo deseaste.

—Gracias.

Rosy se puso de pie y con los brazos abiertos se acercó a Any, ella de inmediato se levantó de la silla para corresponder el abrazo.

Ya por la noche, cuando iban camino a casa, Adam se dio cuenta de que algo le sucedía a Any porque estaba muy callada. Se detuvieron en un semáforo en rojo y él tomó su mano.

—¿Está todo bien?

Any volteó para mirarlo, ya que tenía el pensamiento en otro lado.

—Sí. Todo está bien.

Hasta que llegaron a casa fue que Adam insistió. La conocía muy bien y sabía que algo le ocurría.

—Dime que te sucede.

—¿Sabías que Rosy se irá?

—Sí.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque ella quería decírtelo personalmente. Apenas habló con nosotros ayer.

Any permaneció en silencio.

—¿Acaso no quieres quedarte en su lugar?

—Sí, claro que sí. Es solo que... Me tomó por sorpresa. Eso es todo —sonrió a Adam—. Me puse a pensar que es una gran responsabilidad, pero estoy contenta con la idea. Todo está bien, no te preocupes.

Él la atrajo para abrazarla.

—¿Segura?

—¡Sí! De verdad. Ven. —Ella rodeó su cuello con los brazos para besarlo.

Paso una semana para que Rosy se fuera, cualquier duda que hasta entonces le quedaba a Any sobre el trabajo fue resuelta antes de su partida.

Durante la primera semana que Any estuvo sola todo marchó bien. Sin embargo, pasó poco tiempo para que el estrés se apoderara de ella. Se sentía cansada, desesperada y preocupada por realizar bien sus labores. En algunas ocasiones hasta llegó a olvidar su almuerzo; ya casi no salía a comer porque sentía que el tiempo se le iría de las manos, así que llevaba de casa algo que comer. Un viernes olvidó una cena que tenía con Lucy; estaba tan agotada que lo que quería era llegar a casa y tirarse en la cama a dormir. Una vez hasta creyó haber entregado un reporte importante, pero aún no lo había hecho, por lo que casi lo entregó fuera de tiempo y por poco se mete en problemas. Y algunas noches el insomnio la acechaba. Adam pudo darse cuenta de todo esto y más, y decidió hablar con ella.

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