Feliz cumpleaños, Dayan.

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A la mañana siguiente, Adam y Pablo estaban solos en el estudio, y el bajista continuaba lamentándose.

—Es que... no entiendo como no fui capaz de besarla. De decirle lo que siento. ¿Por qué es tan difícil para mí?

—Pues, tal vez es tan importante para ti que quieres que no te rechace.

—¿Cómo fue que tú se lo dijiste a Dayan?

—Recuerda que ella fue quien me lo pidió a mí.

—¡Claro! Lo había olvidado.

Adam conocía a Dayan, ella no era de las chicas que esperaban. Así que no perdió el tiempo y se le adelantó a Pablo.

El día de la fiesta había llegado. Any estaba muy nerviosa, pero ya casi estaba lista. Sólo le faltaba ponerse su pulsera.

Las chicas no podrían asistir. Para desgracia de Brenda, tenía que trabajar de niñera esa noche. Desde hace tiempo se había comprometido con los padres de los niños para cuidarlos. Y Lucy tenía una cena con los padres de Lucas, que obviamente no podía cancelar.

Faltaban cinco minutos para la hora en que Adam quedó de pasar por Any, cuando Brenda estaba asomándose por la ventana y lo vio llegar.

—¡Él está aquí! Está aquí. Ya llegó tu galán, Any.

—¿Cómo estoy? —preguntó Any, un poco nerviosa.

—Muy linda — respondió Lucy. Y Brenda estuvo de acuerdo.

Any usaba un sencillo y bonito vestido celeste. Lo eligió de ese color para que combinara con su pulsera.

Cuando ella salió del apartamento, Adam de inmediato bajó del coche.

Mientras tanto, desde adentro del hogar de las tres chicas, Brenda y Lucy se asomaban por una orilla de la ventana.

—Míralo, tiene la boca abierta —se reía Brenda.

Afuera, Adam también se había dado cuenta de lo mismo, por lo que de inmediato juntó los labios.

—Te ves hermosa —dijo Adam, cuando Any estuvo frente a él.

Any sintió sonrojarse y bajó la mirada por un instante.

—Gracias. Tu estás muy guapo.

—¿Vamos a comenzar a mentirnos? —bromeó Adam e hizo sonreír a Any.

Él vestía casual y usaba una chaqueta negra de cuero.

Adam abrió la puerta del coche y Any entró. Cuando los dos estaban en el auto, él pudo ver su pulsera.

—Qué lindo accesorio. ¿Dónde lo conseguiste?

—Lo robé — bromeó ella, sacándole una sonrisa a Adam.

Cuando llegaron a la fiesta ya había mucha gente. La música casi no dejaba escuchar nada. Algunas personas bailaban mientras otras sólo conversaban, la mayoría con bebidas en mano.

Rápido encontraron a Dayan y se acercaron a felicitarla.

—¡Hola, chicos! Qué bueno que ya llegaron.

—Muchas felicidades, Dayan —dijo Any dándole un abrazo.

Enseguida, Adam hizo lo mismo.

—Muchas gracias y bienvenidos. ¡Ahora vayan a divertirse!

Justo cuando Dayan terminó de hablar, otras personas la abordaron, por lo que Any y Adam decidieron irse.

La pareja fue hacia el patio, donde el ruido era menor. En el centro del lugar había una fuente y alrededor de ella unas bancas. Allí pasaron un buen rato conversando.

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